Carlos Bellvís tenía una complicada papeleta. El valenciano se convirtió en el último fichaje del Celta hasta el momento, y desde su llegada, no había podido debutar con el equipo debido a la huelga y el retraso del inicio liguero. Además, estaba apartado en el Tenerife y vivía una situación similar a la de Ortega y Papadopoulos, por lo que no había disputado ni un solo partido en pretemporada.
La papeleta era complicada, porque a su lógica falta de ritmo había que unir el hecho de suplir a Roberto Lago, que pasa por ser uno de los mejores laterales de la categoría, y hacerlo en un campo difícil, con mucho calor y en un equipo que aún no está del todo hecho. No era fácil, pero Bellvís cumplió sobradamente.
El lateral celeste estuvo firme en defensa, tuvo que vérselas con Sutil en los primeros minutos, y a buen seguro que agradeció su lesión, ya que el ex jugador de la Real Sociedad estaba siendo una auténtica pesadilla para el valenciano. Pedro pasó a su banda pero ya no creó apenas peligro porque fue bien contenido.
No es que Bellvís haya hecho el partido de su vida, ni que deba ser titular por delante de Roberto Lago, pero da una gran tranquilidad el hecho de saber que el del Calvario tiene un recambio de garantías que pueda cumplir cuando sea necesario. Hoy lo demostró.
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