La negativa de Carlos Mouriño al Granada en las negociaciones por Roberto Lago suponen un importante golpe en la mesa del jerarca celeste, y es ni más ni menos lo que la afición esperaba. Somos conscientes de que es necesario vender jugadores, pero no a cualquier precio. Quique Pina inició las negociaciones como quién acude al Corte Inglés el primer día de las rebajas. Dispuesto a encontrar saldos y pagarlos en cómodos plazos.
Los plazos de pago propuestos por el Granada eran casi obscenos, y el Celta se negó. Lógico. En Praza de España hay dos vías abiertas ahora mismo, por un lado está la viabilidad económica, prioridad principal, pero también echan un ojo al ascenso, que ayudará a la viabilidad del club. Necesitamos el dinero, pero también necesitamos a jugadores como Roberto Lago, y lo que proponía el Granada era quitarnos al jugador, y dejarnos también sin dinero, al menos de momento.
Y está muy bien que Mouriño haya actuado con esa determinación. Está bien saber que, mientras muchos pensábamos lo contrario, todavía hay vida en Casa Celta. Vida y sangre. El Celta necesita vender futbolistas, y seguro que, al menos uno, abandona el Celta antes de que comience la Liga, pero tranquiliza pensar que, al menos eso parece, no será a cualquier precio. No estamos en rebajas. El que quiera a un futbolista, deberá pagar su valor real. Yo espero que esto sea un punto de inflexión que marque el cambio en las negociaciones del Celta. Vender sí, pero con sentidiño.

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