Hay que ser honestos y reconocer que en Vigo no podemos presumir de una desmesurada afición por el fútbol. La limitada afluencia de seguidores al coliseo vigués, principalmente en estos últimos tiempos tras el descenso del equipo a Segunda División, así lo demuestra. Desgraciadamente, no podemos compararnos con otras ciudades del territorio español como Bilbao, Gijón o Cádiz, por ejemplo, donde llueva o nieve, en Primera o en Segunda B, sus estadios siempre están repletos de aficionados, orgullosos del equipo de su tierra y ajenos a esa fácil costumbre que es convertirse en “fiel” seguidor de los conjuntos grandes, olvidándose del equipo de la tierra.
No obstante, y pese no estar al pie del cañón cada domingo, a la hinchada celeste no se le puede reprochar nada en los momentos importantes, en aquellos en los que el futuro del equipo dependía de noventa minutos apasionantes. Partidos como los del Alavés, con la caída al pozo de la categoría de bronce en juego, o el partido de la promoción de ascenso frente al Granada este mismo año; incluso sin necesidad de sentarse en las gradas, como cuando la masiva manifestación de aficionados permitió al Celta mantenerse en Primera después de aquel desagradable asunto de los avales, demuestran que el celtismo siempre ha respondido en los días clave.
Y es en esos partidos decisivos, en esos encuentros vitales, cuando Balaídos luce sus mejores galas y por cada rincón del viejo estadio municipal se escuchan esas canciones que a veces nos ponen los pelos de punta. Es en esos instantes, con sus gradas repletas, cuando Balaídos habla y alienta a los suyos a través de cánticos que salen de las gargantas de todos y cada uno de los aficionados que lo abarrotan. Son cánticos, en general, de apoyo y ánimo a los futbolistas; otra veces de mofa al rival, y también de protesta hacia el cuarteto arbitral. En ocasiones graciosos e irónicos, otras veces groseros y ofensivos, pero la mayoría de ellos con un ritmillo pegadizo capaz de contagiar hasta a los más recatados. Son la expresión del celtismo, de su sentir y del amor a unos colores.
Algunos de esos cánticos son ya todo un clásico. Muchos de ellos salen de la voz de peñas como los Celtarras, o Centolos y Comando Celta, ubicados en Fondo y Marcador respectivamente, y que son los sectores más activos del estadio. La gran mayoría son de apoyo al equipo, como por ejemplo el “¡Alé alé, alé alé, Real Club Celta, alé alé!”, el cual se ha convertido en el canto de moda este curso. Muchos otros van dirigidos hacia el norte de Galicia, con destino el eterno rival, y dan un toque picante a los partidos. Asimismo, canciones del grupo A Roda, como el Miudiño o la Foliada Celeste también forman parte de la amplia megafonía de Balaídos.
Entonces, ¿cuál es el cántico por excelencia del equipo vigués? Hay muchos y muy buenos, y todos ellos ponen su granito de arena para crear un buen ambiente en las gradas que empuje a los jugadores hacia la victoria, pero, ¿cuál es el favorito de la afición?
Esperemos que en esta temporada que empieza, Balaídos presente mejor aspecto que en los años anteriores, y que cada partido sea una fiesta, en la que todos y cada uno de los asistentes al estadio ayuden a configurar la banda sonora del celtismo. Una banda sonora que esperemos que tenga como tema estrella, una canción que habla sobre una virgen que camina descalza por una playa de la ribera. Ojalá la escuchemos por el estadio, sería una buena señal.

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