Cuando lo personal prima sobre lo deportivo


El Celta nunca se ha caracterizado por las formas a la hora de tratar a sus futbolistas. La historia, caprichosa, está ahí y todos recordamos como salieron jugadores de la talla de Mazinho, Karpin, Mostovoi, Gustavo López e incluso Gudelj. Probablemente los 5 mejores jugadores de nuestra historia y casi todos abandonando el club por la puerta de atrás. Todos estos casos tienen una historia y unos culpables determinados, en algún caso el propio jugador, pero lo cierto es que ninguno tuvo una salida a la altura de su rendimiento en el equipo.

Si esos futbolistas salieron así, no íbamos a esperar que otros, que apenas han jugado con el primer equipo, saliesen como corresponde, pero de vez en cuando estaría bien hacer las cosas como corresponde, con la suficiente cordura y especialmente con sentido común. Algo de lo que parecen carecer los responsables de esta parcela en nuestro club.

Los últimos ejemplos provienen de la cantera. El caso de Víctor Fernández es especialmente flagrante. El cántabro demostró condiciones para competir con Roberto Lago por un puesto en el once inicial del primer equipo, aún siendo jugador del filial. El Celta decidió afrontar la temporada con un solo lateral izquierdo en el primer equipo y el recambio estaba en el filial. Víctor salió y cumplió cuando se le necesitó. Hasta ahí todo bien.

Cuando se decide negociar su renovación, el club le ofrece las mismas condiciones, es decir, pertenecer al filial y esporádicamente jugar con el equipo A. Como es lógico, Víctor no acepta estas condiciones, ya que entiende que ha hecho méritos para estar en el primer equipo.

Y llega el enfado. Una persona con mucho poder en este club decide que por ahí no pasa y toma cartas en el asunto. Víctor desaparece del equipo y, por supuesto, no se le renueva. Faltaría más.  Ahora el Celta se ve en la obligación de buscar un recambio a Roberto Lago, y será complicado encontrar uno de la calidad de Víctor, y gratis. Ya no hablemos del sueldo que querrá percibir este jugador.

Así se hacen las cosas en Casa Celta. Ikechi es otro ejemplo idéntico al de Víctor, como lo fue Pedro Vázquez. Podríamos entrar a debatir cada caso, pero la realidad es que el comportamiento del Consejo de Administración es errático. Tan pronto renueva a todos los canteranos del primer equipo como si el mundo se fuese a acabar, como desprecia a otros que han hecho méritos para tener una oportunidad.

Tan pronto vende al futbolista más talentoso de la cantera por cuatro perras, como no le importa deshacerse de futbolistas que pueden ser útiles ya para el primer equipo. Tan pronto despreciamos a un delantero que ha contado para el primer equipo (Oriol) como fichamos a cualquier medianía para sustituírlo sin haber demostrado nada... Tan pronto nos volvemos locos dando ficha del primer equipo a un jugador sin el beneplácito del entrenador, como le cerramos la puerta a otros jugadores que se lo merecen... 

No hay una política clara al respecto. Queremos cantera o no. Se apuesta por fichar a jugadores hechos de otras canteras para jugar en el filial y dar el salto al primer equipo, cortando el paso a los que vienen por abajo, y tan pronto como están preparados, le damos la patada.  Fichamos incógnitas, y cuando vemos que valen, nos deshacemos de ellos solo porque nos han llevado la contraria en una negociación.

 

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