Dimitrious Papadopoulos se reinvindicó en Los Cármenes. El delantero griego, denostado por la afición celtiña por su alarmante falta de gol, nos dejó unos minutos que, cuanto menos, dan pie a la esperanza y aumentan la fé en aquellos que aún creían en el griego.
Papa ya había jugado muchos minutos en la segunda mitad ante el Villarreal B, con un Celta muy espeso y un rival muy encerrado, apenas había espacios y Papadopoulos apareció muy poco o nada, sin embargo Herrera le volvió a dar la oportunidad una semana después, y no la desaprovechó.
El griego demostró cuales son sus virtudes; Inteligencia futbolística, visión de juego y mucha pelea, pero también nos dejó alguna carencia, como el remate, patente tras una gran jugada dentro del área finalizada con un remate bastante pobre que besó la red por la parte externa.
A Papa se le espera por Balaídos. La afición lo quiere, pero más por condescendencia que por fe, y él se siente muy querido por nosotros, pero muy poco por su entrenador. Parece que Herrera le está demostrando que lo puede querer más y poco a poco lo va viendo más como un gato que como un perro abandonado.
Con una plantilla tan corta y un goleador tan intermitente como David Rodríguez, conseguir que Papa encuentre el camino del gol y del buen juego se antoja absolutamente imprescindible. El domingo nos dejó buenas sensaciones y se ganó el respeto de la afición. Sólo falta que marque un gol. El del ascenso, por ejemplo.
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