Uno suele diferenciar la prensa de los foros, un diario de un blog que puede escribir un aficionado, y cuyo criterio puede ser más o menos objetivo, pero siempre partiendo de la base de la subjetividad que le confiere a uno ser un simple aficionado a un equipo de fútbol.
De un periodista uno no se espera ciertas cosas, lo cual no quiere decir que de vez en cuando nos sorprendan con estupideces más propias de un radical que de una persona estudiada y cultivada.
El diario ABC de Sevilla publica la crónica del Betis- Salamanca con el siguiente título: Líder aunque en Vigo sigan hablando. Es curioso el llamamiento a Vigo porque una vez más se ha demostrado que el Betis no sabe ganar con sus 11 jugadores sino que necesita la mano amiga del trencilla de turno. En la crónica se atreven a decir que Lesma López estuvo fantástico anulando el gol del Salamanca, aunque por más que veamos las imágenes no encontremos la falta de ningún jugador charro.
Pero al margen de la actuación arbitral en este partido, el titular es una clara incitación a la violencia por parte de un periódico serio (Es el ABC, no se si encaja en esta descripción) que debería ser precisamente quién ahogase las ansias de venganza y violencia por parte de una afición que ya ha demostrado en otras ocasiones que pierde la cabeza y los papeles con facilidad.
Claro, luego a uno no le extraña leer los foros del Betis y comprobar el escaso nivel cultural y educacional de los aficionados béticos. Es normal teniendo en cuenta que los que se supone que deberían ser moderados y mesurados se portan como hooligans.
Que el periodismo sea el que aliente este tipo de comportamientos y que además falte a los principios básicos del mismo, es la peor noticia de este siglo en el que todo va demasiado rápido y en el que casi nada se cuida. Si los aficionados béticos escuchasen lo que de verdad se ha dicho desde Vigo y tanto les ha molestado, seguramente se sentirían avergonzados de los periodistas que les han tocado en suerte.
Luego nos extrañaremos y nos echaremos las manos a la cabeza cuando, por ejemplo, le caiga una botella al entrenador rival o, por poner otro ejemplo, al portero del equipo visitante. Nos extrañaremos y pensaremos, ¿Cómo es posible que pasen estas cosas en el fútbol? Pues que le pregunten a los plumillas el porqué.

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