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Foto: RC Celta |
A pesar de que en Vallecas no existe una zona visitante delimitada —debido a que el Rayo Vallecano decidió no acometer las obras necesarias—, la presencia de aficionados celestes fue más que evidente en el estadio franjirrojo. En distintas áreas del graderío se pudo apreciar una nutrida representación de la hinchada céltica en un encuentro que muchos marcan en rojo en el calendario, especialmente aquellos que residen en Madrid o quienes aprovechan las buenas conexiones aéreas para acompañar al equipo en la capital.
Una vez más, y pese a las restricciones, el Celta no estuvo solo en Vallecas. Es otra muestra del excelente momento que atraviesa la afición céltica y de la extraordinaria sintonía con el equipo, un respaldo incondicional que solo puede traer consecuencias positivas.
Y eso que visitar Vallecas suele ser casi como una visita al dentista: incómoda y poco agradecida. No en vano, hace ya más de 29 años que el Celta no gana al Rayo en un partido de Primera División, una racha que continúa prolongándose. La última alegría data de 2011, cuando el conjunto entrenado por Paco Herrera logró una victoria clave en la pugna por el ascenso, aunque finalmente serían los madrileños quienes se llevarían el premio mayor. Si a esa estadística se suma el discreto arranque liguero de los celestes, cobra aún más valor el compromiso y la entrega de una afición que nunca falla.
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