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Foto: Aitor Alcalde / Getty Images |
Más de dos años después de su salida del club, el Celta se reencontrará con Eduardo Coudet el próximo lunes en el enfrentamiento ante el Deportivo Alavés en Mendizorroza. El preparador argentino regresó a LaLiga con el objetivo de salvar al equipo babazorro, algo que por el momento está consiguiendo aunque con muchos problemas. La victoria el pasado fin de semana ante el Betis en el Benito Villamarín le ha dado aire antes de medirse al Celta, un club especial para el Chacho.
La relación de Coudet con el Celta comenzó en 2002, cuando fue fichado para sustituir a Karpin en el extremo derecho. Un error, ya que siempre había jugado como mediocentro y en Vigo no pudo triunfar, abandonando el club en el mercado de invierno de su primera y única temporada.
Sin embargo, 18 años después regresaba a la ciudad para dirigir al equipo tras un exitoso paso por el Internacional de Porto Alegre. En su primer año sacó al Celta de puestos de descenso y lo dejó en una cómoda octava posición, llegando a la última jornada con alguna opción de clasificación europea. La siguiente temporada fue tranquila, aunque más lejos de Europa que la primera, acabando en undécima posición, en esa tierra de nadie que tan poco gustaba al argentino.
En la Temporada 2022-23 el Celta no arrancó bien, y sus problemas con Luís Campos hicieron el resto. El ejecutivo portugués, que no sintonizaba con el Chacho, emitió un “informe demoledor”, que precipitó su destitución, aunque generó cierta zozobra en el seno del club, con importantes figuras como Antonio Chaves oponiéndose al despido del argentino.
Su estancia en Vigo dividió también al celtismo. El juego del equipo mejoró mucho, y también los resultados, pero desde el principio fue muy discutido por su gestión de los cambios y de la plantilla, con un once muy fijo y pocos cambios. También se le exigía más apoyo a la cantera, aunque lo cierto es que bajo su mando debutaron en el primer equipo jugadores como Carlos Domínguez, Sotelo o Hugo Álvarez, además de la consolidación de Gabri Veiga, que ya había debutado con Óscar García.
Tras abandonar Vigo vivió dos experiencias en la liga brasileña. Primero en el Atlético Mineiro, y posteriormente en el Internacional Porto Alegre, donde pidió el fichaje de Hugo Mallo.
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