Rafa Benítez vive su peor momento en el Celta



(EFE) Casi siete meses después de su llegada al banquillo de Balaídos para reflotar a un equipo deprimido, Rafa Benítez pasa por su peor momento en el RC Celta, que ve amenazada la temporada de su Centenario por la crisis de resultados que lo mantiene desde el arranque del curso en la pelea por evitar el descenso.

Fuera de la Copa del Rey tras firmar la noche del martes una pobre actuación ante la Real Sociedad en los cuartos de final, con una preocupante sequía goleadora -21 dianas en otros tantos partidos de LaLiga- que le ha condenado a celebrar únicamente tres victorias, la continuidad del veterano técnico vuelve a estar en el aire.

Y es que una nueva derrota este fin de semana ante el Girona podría generar una crisis todavía mayor que la vivida la noche del martes en Balaídos, donde los aficionados despidieron al equipo con gritos de “Benítez vete ya, Benítez vete ya, Benítez vete ya”.

La cabeza de Benítez, de momento, no peligra. La nueva presidenta, Marian Mouriño, le ha dado plenos poderes en la parcela deportiva tras la salida del asesor deportivo Luis Campos.

Ni tan siquiera la llegada del mexicano Marco Garcés a la dirección deportiva ha impedido que los dos primeros refuerzos invernales sean apuestas personales del veterano técnico, quien ha reclutado para su misión de mantener al Celta en Primera a dos viejos conocidos suyos, el centrocampista brasileño Jailson y el lateral derecho Javier Manquillo.

Las señales que emanan desde las gradas confirman el peor momento del Celta. La derrota ante la Real el martes fue un punto de inflexión en el sentir de los aficionados, cada vez más críticos con el técnico. Tras el partido, la masa social pidió su destitución y el ascenso al primer equipo del técnico del filial, Claudio Giráldez.

“Somos y seremos un club humilde, mas eso no debe impedir luchar y soñar con derrumbar puertas más grandes. La pasión de los aficionados debe de estar presente en el campo y también en la idea. En LaLiga o en la Copa, creer, pelear y competir. Eso es innegociable. Rafa, la paciencia se agota”, escribió en su perfil de redes sociales la peña Tropas de Breogán, motor de la grada de animación de Balaídos.

Internamente a Benítez no se le reprocha nada, aunque hay voces en el vestuario que cuestionan su excesivo conservadurismo y si es la persona adecuada para conducir la plantilla más cara de la historia del Celta. Porque tan cierto es que la plantilla va justa de calidad, como defiende el técnico, como que su continuidad ahora mismo se sostiene solo por la elevada indemnización que le tendrían que pagar en caso de destitución.

“Yo estoy centrado en lo que pasa en el campo, en hacer los cambios y en tratar de darle la vuelta a las cosas”, respondió el martes al ser preguntado por los cánticos de un sector del celtismo pidiendo su cabeza. Una señal inequívoca de que Benítez no piensa en dimitir pese a vivir su peor momento desde que regresó a la liga española el pasado verano. 

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