Entre la ilusión por la Copa y la frustración por la Liga


Foto: Ricardo Grobas / Faro de Vigo

Casi sin tiempo para restañarse de sus heridas ligueras, el Celta afronta el partido de cuartos de final de la Copa del Rey antes el mismo rival que ayer le pasó por encima a los de Rafa Benítez.  El celtismo se debate nuevamente entre la ilusión que genera llegar a estas alturas de la competición, algo que no sucedía desde el año 2017, y la lógica preocupación que genera el equipo en su lucha por la permanencia. 

Después de 21 jornadas de Liga, el equipo de Rafa Benítez solo suma 17 puntos, son cifras que extrapoladas a una temporada de 38 jornadas no pasarían de los 30 puntos, que en condiciones normales envían a cualquier equipo a Segunda División. Sin embargo, al menos hasta la fecha, el Celta ha encontrado a tres equipo que aún lo están haciendo peor, y que ahora mismo ocupan puestos de descenso a la categoría de plata. Es decir, el Celta está dependiendo de resultados de terceros para mantenerse fuera del descenso. 

En todo caso la situación es mejor que hace pocas semanas, donde las cifras eran igual de malas, o incluso peores, y en aquel caso no había tres equipos peores, por lo que quizás eso lleve a ver la situación con cierto optimismo, a pesar de la gravedad. Tampoco ayuda el juego del equipo, que en la mayor parte de la temporada ha sido deplorable, con algunas excepciones a las que el celtismo se agarra como un clavo ardiendo. 

Y en medio de la frustración liguera aparece la Copa del Rey, que es todo lo contrario. Bien es cierto que las primeras eliminatorias fueron ante equipos de inferior categoría, pero el Celta mostró una solidez desconocida en los últimos años, llegando a remontar alguna eliminatoria y superando sobresaltos como cuando el Sestao River igualó la contienda en la segunda mitad. En temporadas anteriores la sensación es que eso acabaría en eliminación, pero este Celta logró sobreponerse. 

Mención aparte merece el partido de Mestalla, uno de los más completos de la temporada, y donde casi todo lo que podía salir bien acabó saliendo bien, una sensación que se ha dado en pocas ocasiones en LaLiga. Esa pizca de suerte necesaria, como cuando Swedberg evitó un gol seguro repeliendo el balón con su cuerpo en la línea de gol, o cuando De Burgos Bengoetxea decidió pitar penalti a favor un minuto después de marcar el 0-1. 

La sensación ahora mismo en una gran parte del celtismo cuando se pone a ver un partido de Liga es que si algo puede salir mal acabará saliendo mal, mientras que en Copa si algo puede salir bien acabará saliendo bien. Al menos hasta el martes. Así que intentará darlo todo para seguir soñando en una competición que se presenta como tabla de salvación para la temporada del centenario, y en cierto modo también para Rafa Benítez. 

Desde varios sectores de la afición se está proponiendo un recibimiento a los jugadores, similar al vivido hace siete años en la misma eliminatoria ante el Real Madrid. En aquella ocasión venía de ganar en el partido de ida en el Santiago Bernabéu, y certificó su pase a las semifinales en el partido de Balaídos. 

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