No lo vendas, Mouriño


Foto: EFE

Gabri Veiga está sorprendiendo a propios y extraños con el rendimiento que está ofreciendo y el crecimiento que demuestra en cada partido. El celtismo asiste sorprendido a la eclosión de un jugador que apunta muy alto, quizás tan alto como el que más entre los canteranos que han surgido en los últimos años de la prolífica cantera celeste. 

El club lleva años trabajando muy bien en las categorías inferiores, y ya hace tiempo que se nota, aunque lamentablemente pocos acaban triunfando de forma continuada en el primer equipo. Las mejores ventas del club, algo de lo que se presume en la planta noble de Príncipe, han sido de canteranos, con alguna honrosa excepción como Nolito, Lobotka o Maxi Gómez. El resto han sido futbolistas formados en A Madroa, que se han ido por cifras más o menos millonarias. 

En su momento las ventas de Joselu, Rodrigo o Denis Suárez sirvieron como salvavidas literal para el club. Un poco más adelante el traspaso de Iago Aspas dejó la deuda prácticamente a cero, con el club saneado para crecer en los siguientes años.  Pero esas no fueron las últimas ventas de canteranos: Santi Mina, Pape Cheikh, Borja Iglesias, todos por una tarifa plana en torno a los 10 millones de euros. El último, y quizás una de las ventas más dolorosas, fue la de Brais Méndez, por 14 millones a la Real Sociedad. Una de las mejores inversiones en la historia reciente del club txuri-urdin. 

La idea siempre es la de realizar estas ventas para fichar a otros jugadores por un importe menor, con la intención de que mejoren la plantilla y se revaloricen para una posterior venta. Pero ahí es necesario que entre en juego el acierto, y el pasado verano no ha sucedido. Al menos a corto plazo, que el fútbol siempre da segundas oportunidades, pero la sensación es que el Celta ha perdido a un futbolista de la casa, que aportaba mucho en el campo, para traer a otros jugadores que hasta la fecha no han mejorado lo que había. 

Pero volvamos a Gabri Veiga, y a la extraordinaria primera parte que se marcó ayer en el Martínez Valero. Gran parte del mérito también es de Carvalhal, que le ha encontrado una posición en la que todo su fútbol adquiere una dimensión extraordinaria. Partiendo como interior por la banda derecha entraba como cuchillo en la mantequilla ante la zozobra de la defensa ilicitana. Participó en el primer gol y pudo marcar al menos dos, y mejorando en alguna toma de decisión pudo ofrecer un gol a Iago Aspas. 

Lo increíble de Gabri Veiga es que viéndolo jugar nadie diría que tiene 20 años y que lleva apenas media temporada en la élite. Se ha instalado, ya no solo como uno de los mejores jugadores del Celta, sino como uno de los más destacados del campeonato. Y verlo crecer en cada partido llena de orgullo a la afición celeste. 

Pero al mismo tiempo, y viendo cómo ha actuado el club en los últimos años, es inevitable temer por su futuro y echar cuentas de cuánto tiempo podremos disfrutarlo en Vigo. Si lo vemos desde un punto de vista objetivo es algo lógico, pero a la vez descorazonador. ¿Merece la pena ilusionarse por los jóvenes que vienen de abajo si pensamos que a poco que destaquen serán traspasados para fichar en su lugar a otros que no ilusionan?. ¿El fallo es vender a los canteranos o no acertar en los fichajes?. ¿Si los jugadores que llegasen mejorasen al equipo, perdonaríamos estas ventas?. 

Son preguntas que surgen y que el celtismo se hace. A mí particularmente me gusta mucho lo que está haciendo el club con la cantera, el protagonismo que le da y los frutos que salen de A Madroa, pero me gustaría que eso tuviese un reflejo más importante en el primer equipo. Que un futbolista formado en el Celta acabe triunfando en el primer equipo y juegue durante muchos años. Esa conexión que tiene Gabri Veiga con el Celta es difícil encontrarla en otros futbolistas. Tener más Aspas, no solo por su calidad, que es algo muy difícil, sino por su implicación con los colores, es algo que debería marcar la diferencia con otros clubes. 

Aquí tenemos la materia prima. Y realmente eso es lo más complicado. Surgen talentos constantemente, pero da la sensación de que no sabemos sacar partido a ese gran trabajo. Si echamos un vistazo a la clasificación del Zarra vemos que los cuatro primeros clasificados son canteranos del Celta, pero solo uno de ellos juega en el equipo. Y yo tengo la sensación, a lo mejor equivocada, de que Aspas está en Vigo porque él quiere, y que el club estaría encantado de haberlo vendido por 30 millones hace tres o cuatro temporadas. 

Y esa misma sensación la tengo cuando veo jugar a Gabri Veiga a este nivel. Y yo, que soy un mero aficionado, que no tengo ni idea de gestionar un club de fútbol, solo quiere verlo durante muchos años vistiendo de celeste, y heredar el 10 de Iago Aspas. Verlo ganar algún que otro Manuel de Castro, y que, de su mano, el equipo crezca y aspire a hacer un buen papel en la Copa y volver a jugar competiciones europeas. Esa ilusión vale más que 30 millones de euros, pero claro, Galicia Sport 360 no se paga solo. 

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