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| Foto: Alex Caparrós / Getty Images |
Borja Iglesias vivió ayer uno de los días más importantes de su carrera deportiva, tras debutar con la selección española absoluta, un logro muy meritorio para un futbolista que no logró ser internacional en categorías inferiores y que tuvo un crecimiento más lento de lo habitual, llegando a la élite con 25 años.
Su carrera se coció a fuego lento, y tuvo un paso por el filial del Celta más largo de lo habitual, siendo el delantero titular durante cuatro temporadas. Firmó buenos números en general, pero fue en la 2016-17 cuando se formó el Panda Team y el santiagués explotó con cifras espectaculares: 34 goles.
No fue suficiente ese despliegue goleador para contar con oportunidades en el primer equipo. Esa temporada ya no estaba previsto que siguiese en el Celta B, pero el club le pidió el esfuerzo de seguir un año más, prometiéndole una recompensa al final del mismo. La recompensa fue fichar a Maxi Gómez, lo que cerraba prácticamente las puertas del primer equipo.
Pidió salir cedido al Zaragoza, donde demostró otra vez sus condiciones, anotando 22 dianas en Segunda División. Ya no volvería a Vigo. Al final de esa temporada el Espanyol pagó su cláusula de rescisión, 10 millones de euros, y tras marcar 17 goles en Primera sería traspasado al Betis por 28 millones.
En su cuarta temporada en el club andaluz atraviesa el mejor momento de su carrera deportiva. Ya el pasado curso su nombre sonó en las quinielas para la selección, pero no fue hasta esta convocatoria cuando Luis Enrique lo incluyó en la lista, que es la penúltima antes del Mundial, por lo que la cantera celeste podría estar representada en la Copa del Mundo por el santiagués, que ayer disputó 27 minutos con la camiseta roja, entrando en lugar de Asensio. Eso sí, no pudo celebrar con una victoria su debut.
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