En un deporte tan lleno de imprevisibilidades como el fútbol, la figura de Iago Aspas emerge como una rara avis. Uno puede fallar mil veces al realizar el pronóstico sobre un partido de fútbol, sobre lo que sucederá en el terreno de juego, sobre qué jugadores pueden estar por debajo de su nivel o quienes acaban siendo la sorpresa, pero el moañés es un valor seguro.
Uno tiene claro que, pase lo que pase, Aspas nunca fallará. Y así lleva varios años desde que explotó como delantero en el Celta de la mano de Paco Herrera, y siempre desde su regreso a Vigo en 2015. Pasan las temporadas, pasan los años, pero Iago Aspas sigue siendo el rey, consolidando el "ascenso" en su mote, que le ha hecho pasar de príncipe a rey de las bateas.
Este año, a diferencia de otros, ha empezado la temporada a un gran nivel. Ya destacó en la pretemporada, anotando 8 goles en 4 partidos, pero aquello no dejaban de ser amistosos. Cuando el fútbol ha vuelto, Iago también. Apareciendo con un gol que era muy importante por el momento en el que llegó, y por la impotencia que genera en las defensas rivales un tanto gol tan difícil de defender.
Pero el genio no vive solo de eso. Su gran verano también tiene mucho de trabajo. Cuando acabó la temporada siguió entrenando durante unos días junto a Hugo Mallo, que se estaba recuperando de su lesión, en Afouteza Acortó las vacaciones y empezó el trabajo de pretemporada a un gran nivel. A su buen momento físico se le une el talento que siempre tuvo, y el resultado es el que estamos viendo. Que haya empezado marcando es un buen síntoma, y seguro que un gran presagio para que su reinado sea lo más cercano posible a la eternidad.
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