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| Foto: Xoan C. Gil/La Voz de Galicia |
Hay noches que, sin previo aviso, cambian la carrera de un futbolista. Tal cosa le pasó a Santi Mina el 11 de abril de 2015, una fecha marcada en rojo en su calendario de efemérides. Era la jornada 31 de la Temporada 2014-15, con el Rayo Vallecano visitando Balaídos.
El canterano vivía su primera temporada como miembro de la primera plantilla, después de la apuesta realizada un año antes por Luis Enrique, dándole muchos minutos, y la confianza suficiente para asegurarle un lugar en el equipo en la siguiente campaña. El vigués estaba firmando una buena temporada, no era titular, pero aparecía mucho. Le faltaba el gol.
Hasta aquel día de abril no se había podido estrenar en Liga ese curso, pero ante el Rayo lo haría hasta en cuatro ocasiones. Santi Mina anotó en los minutos 21, 39 , 50 y 56, para completar un póker inolvidable, y hasta la fecha irrepetible. Unas semanas después se iría traspasado al Valencia a cambio de 10 millones de euros.
Volvería al Celta cuatro años después, con la maleta cargada de experiencia, dispuesto a ofrecer lo mejor de su madurez deportiva al club en el que se formó, y en el que jugó su padre. Aún no ha vuelto a repetir la gesta de anotar cuatro goles. No es fácil. Muy pocos lo hacen. Ni tan siquiera Aspas lo ha logrado jamás.
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