El talento bajo sospecha



Existe cierto temor entre el celtismo a que Brais Méndez viva una situación parecida a la que vivió tras su primera llamada de la selección hace tres temporadas. Entonces su rendimiento bajó. Lo más probable es que fuese algo casual y no causal, pero a Brais, como a pocos jugadores, le cuesta ganarse el favor de la grada. 

Es algo que sucede de vez en cuando con algún futbolista del Celta. Casi de forma generacional, y que suele afectar a los jugadores más talentosos, a los que quizás se les exigen cosas más divinas que humanas. No todos son Iago Aspas, aunque el de Moaña también tuvo sus críticos en sus primeros años, e incluso ahora, con el arranque de temporada, vuelven a aflorar. 

No es fácil someterse al escrutinio público, muchas veces desconcertante. Se suelen valorar virtudes que nada tienen que ver con el talento, y a veces parece que tenerlo llega a ser una traba. Hemos visto a Balaídos pitando a Brais y ovacionando a Sisto, sin entender muy bien cuál es el criterio. 

Con la temporada que firmó el pasado curso, de momento ha ganado tiempo, pero seguramente no mucho. Los que lo criticaban en su peor momento ya están aflorando. No es sencilla la vida del deportista de élite, especialmente cuando, además de tu trabajo, entra en juego la filia de quien sostiene el negocio, pero al margen de ello, ayer nos regaló un fantástico golazo, de esos que solo pueden firmar jugadores de su talla.  

Y aunque no se le valorará, porque el pueblo ya ha decidido que es un vago, la jugada del primer gol nace por un robo suyo.  Ya lo decía Andrés Montes, el talento siempre está bajo sospecha. 

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