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| Foto: LOF |
Ya recuperado de la lesión que le impidió jugar ante Osasuna, y de la anterior que no le permitió disputar los últimos partidos del año, Denis Suárez regresará mañana ante el Mérida, con muchas opciones de partir como titular para ganar ritmo de competición.
El de Salceda fue uno de los fichajes estrella del pasado verano. Seguramente el refuerzo más importante para el Celta, porque recuperaba a un canterano de lujo que tuvo que ser traspasado en épocas de apreturas económicas. El celtismo soñaba con el regreso de un futbolista diferencial, que ha jugado en grandes equipos y que seguramente debería estar en un equipo que participase en competiciones europeas.
Un futbolista que, de no ser por su celtismo, no habría fichado jamás por el Celta. Y esa diferencia que marca el hecho de que su corazón sea celeste no se está viendo. Se vio en las primeras jornadas, pero fue un espejismo. Su rendimiento ha comenzado a bajar hasta llegar a perder la titularidad en favor de otros compañeros.
Pero eso fue en 2019, y Denis Suárez tiene que hacer borrón y cuenta nueva. Olvidarse de lo pasado y pensar solo en el futuro, en lo que viene por delante. Y lo próximo empieza mañana mismo, en un partido al que hay que darle la importancia que tiene, la de continuar en una competición que siempre ha ilusionado al celtismo, y que quizás no llega en el mejor momento por la situación del Celta en la competición liguera.
Pero igual que el primer partido sirvió para poner en el mapa a Juan Hernández, un jugador que hoy parece más que válido para el primer equipo, también debería servir para que Denis Suárez recupere la confianza perdida, con buenos minutos y la confianza necesaria para encarar lo que resta de curso.
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