Dorsales históricos del Celta | #22 Gustavo Cabral


En 1995 La Liga impuso un dorsal fijo para los jugadores de todos los equipos de Primera y Segunda División. Este curso se cumplen 25 años de esa medida que hoy vemos con absoluta normalidad. En este cuarto de siglo han sido muchos los jugadores del Celta que han portado los 25 dorsales del Celta. En esta serie de entradas queremos destacar a los que más veces han vestido cada número. Los “dueños” de los dorsales del Celta.  Consulta aquí todos los dorsales. 

#22 Cabral (198 partidos)  

Nacido en Isidro Casanova, una pequeña localidad del área metropolitana de Buenos Aires, en el seno de una familia muy ligada al fútbol, ya que su hermano pequeño Yonathan también es futbolista.  Debutó en el fútbol profesional en las filas de Racing de Avellaneda, club con el que debutó en diciembre de 2003, con apenas 18 años edad. Con el paso de las jornadas fue ganando confianza hasta hacerse con la titularidad a partir del año 2006. Antes de eso viviría una de sus grandes experiencia como futbolista. 

Corría el año 2005 cuando el "Sargento" fue llamado por Alfio Basile para disputar el Mundial Sub-20 que se celebró en aquella ocasión en Holanda. Cabral portó el dorsal número 2.  Cabral formó parte de una selección argentina plagada de futuras estrellas. Liderada por un incomparable Leo Messi, contaba con Pablo Zabaleta, Oscar Ustari, Gago, Ezequiel Garay, Armenteros, Neri Cardozo o un jovencísimo "Kun" Agüero, que sería protagonista dos años más tarde. 

A su lado, la promesa de Racing, fue titular en todos los partidos, los cuales jugó al completo, salvo en la final ante Nigeria, que se perdió tras ver una tarjeta amarilla ante Brasil en las semifinales y ante España en cuartos. Mala suerte para un Cabral que no pudo saborear en el campo el título de campeón del mundo.  Su buen rendimiento en “La Academia” y con las inferiores de Argentina le llevarían a uno de los grandes del país.  

En enero de 2008 sería contratado por River Plate, que se hizo con el 50% de su pase a cambio de 1,5 millones de dólares, aunque posteriormente el equipo franjirrojo compraría la totalidad de su pase. En River alcanzaría sus primeros títulos, el Torneo de Clausura 2008, además de disputar encuentros de la Copa Libertadores y la Copa Sudamericana. 

Las cosas no le irían tan bien en su segunda temporada en River. Permanentemente cuestionado por los hinchas, acabó perdiendo presencia en el equipo, y sería transferido a Estudiantes Tecos, un club mexicano, en el que estuvo una temporada, antes de regresar a su país, para enrolarse en el Arsenal de Sarandí. 

Todo lo que sucedió a partir de entonces fue extraño. En este club nunca llegó a jugar, y acabaría cediendo al futbolista al Levante por un año, el que le quedaba de contrato con el conjunto argentino. En el equipo granota no jugó nada durante la primera vuelta, pero se convirtió en titular en la segunda vuelta. El equipo valenciano intentó ampliar su contrato, pero Gustavo Cabral decidió aceptar la oferta del Celta, que regresaba a Primera después de 5 años en Segunda División. Firmaba por dos temporadas, a razón de unos 650.000 euros por cada una de ellas. 

Gustavo Cabral llegó a Vigo  para ser la referencia de la zaga, formada por futbolistas con escasa experiencia en Primera División, y en la que el argentino debería convertirse en el pilar sobre el que se pudiese sostener un equipo con pocos partidos en Primera División. El argentino fue titular desde el comienzo de la temporada, ilusionando a la afición por su solidez defensiva y su facilidad para sumarse al ataque. Tuvo en sus botas el empate ante el Málaga, en la jornada inaugural, y en la cuarta fecha logró un sorprendente gol en Valencia. 

Todo era un camino de rosas para Cabral hasta que llegó el derby de Balaídos. El zaguero celeste vio dos amarillas en un intervalo de poco más de cinco minutos, lo que dejó al Celta en inferioridad numérica. Dos jornadas después reapareció en Vallecas, actuando como mediocentro y repitió lo sucedido en el derby, dejando al Celta con un hombre menos en la primera mitad. Su estrella se apagó entonces, las críticas de la afición arreciaron, y aunque siguió siendo titular terminó por perder su status tras la llegada de Demidov en el mercado invernal. 

Su confianza bajó hasta límites insospechados llegando a ser un jugador no alineable. Abel Resino, técnico del Celta tras la destitución de Paco Herrera. le dejó en la grada en más de una ocasión, y cuando Demidov se lesionó prefirió a Vila antes que a él. Sin embargo, la Liga le había dado una segunda oportunidad cuando el porriñés fue sancionado y pudo jugar en la penúltima jornada en Valladolid. No solo realizó un buen partido, sino que anotó el gol que abría la victoria celeste e iniciaba la remontada salvadora. El villano tuvo su cuota de héroe finalmente. 

El arranque del curso 2013-14  de Gustavo Cabral fue un desastre. El argentino no anduvo nada fino en las primeras jornadas de Liga. Ni él ni Fontàs, su compañero de zaga, parecían dar estabilidad a la defensa, lo que llevó a Luis Enrique a realizar ciertas modificaciones atrás que llevaron a Cabral al banquillo, siendo relegado a la suplencia por un juvenil como David Costas. 

Fue un golpe duro para Cabral, que encajó bastante bien, optando por el trabajo y la mejora de sus prestaciones. Luis Enrique comenzó a alternar a ambos centrales, dejando de forma aleatoria a uno u otro en el banquillo, pero el paso de las semanas favoreció a Cabral, que se hizo con la titularidad en los últimos meses de competición, mejorando mucho su rendimiento si lo comparamos con el de principio de temporada.  Cabral volvía a demostrar ser un central con grandes condiciones, traicionadas en ocasiones por esas desconexiones que le llevaban a cometer errores decisivos.

En el verano de 2014 llegaba un nuevo entrenador a Vigo, su compatriota Eduardo “Toto” Berizzo, y Cabral completó su mejor temporada desde que llegara a Vigo. Después de dos primeras campañas una tanto irregulares, Cabral logró de la mano de Berizzo, asentarse totalmente en el equipo, siendo titular indiscutible desde el primero hasta el último de los partidos. 

Su entendimiento con Fontás fue muy bueno, y aunque el curso no estuvo exento de alguna “cabralada”, lo cierto es que su rendimiento, en líneas generales, fue bastante bueno. El argentino terminó la Liga como uno de los jugadores líderes en recuperación de balones de toda la Liga, lo que da una idea de la buena temporada realizada por el ex del Levante. 

Además volvió a acudir a su cita con el gol, aunque fuese en la última jornada, después de muchos partidos en los que tuvo ocasiones para inaugurar su casillero por su poderío en el juego aéreo.  Fue uno de los jugadores de campo, el otro fue Krohn-Dehli, que superó los 3.000 minutos de juego. 

La Temporada 2015-16 comenzó de forma accidentada, después de que un joven de Portugalete denunciase a Gustavo Cabral por agresión. El denunciante acabó con el labio partido, una brecha en la cabeza y diversas contusiones por todo el cuerpo. Sucedió después de un partido disputado en Eibar, cuando los jugadores del Celta acudieron a esta localidad bilbaína. El futbolista negó estas acusaciones, y obtuvo el respaldo del club, que realizó un comunicado defendiendo la honorabilidad del jugador.

En lo estrictamente deportivo, Gustavo Cabral siguió mejorando su rendimiento. El central argentino elevó su status dentro de la plantilla, pasó a ser el segundo capitán y se convirtió en el líder absoluto de la zaga, especialmente tras la ausencia de Andreu Fontàs por lesión. A Cabral le tocó asumir mayor cuota de responsabilidad para dirigir a sus compañeros en la retaguardia. 

A nivel individual, Cabral vivía el mejor momento de su carrera deportiva, algo que reconocía incluso el propio jugador. También vivió episodios para olvidar, donde los excesos verbales con el árbitro del Real Madrid, o los roces con Aduriz le costaron perderse varios partidos, alguno de ellos muy importante, especialmente los de la recta final de la Liga.  Un pequeño borrón que no debe empañar una gran temporada del argentino, que se ganó la renovación del club, que le ha amplió su contrato hasta el año 2019. Además, el Celta lograba regresar a Europa 10 años después, lo que le permitiría debutar en competición europea. 

Durante sus cuatro primeros años en el Celta, Gustavo Cabral había demostrado que podía ser capaz de lo mejor o de lo peor. En la Temporada 2016-17 destacó más por lo primero, pero también volvió a dejar alguno de sus despistes habituales que suelen tener terribles consecuencias. Algo así le sucedió en el partido de vuelta ante el Genk, en los cuartos de final de la Europa League, cuando un error suyo sirvió para que Trossard anotase un gol que metía el miedo en el cuerpo a los célticos.

Sin embargo, el Celta no estaría en esa ronda sin haber superado previamente a otros equipos, y en la eliminación del Shakhtar Donetsk vivió un gran momento Cabral. El Celta logró forzar la prórroga con un gol casi en tiempo de descuento, y en los 30 minutos extra marcó el 0-2 que dejaba fuera a los ucranianos gracias a un gol de Cabral. 

No fue el único tanto para el argentino, que marcó tes goles este curso. Su mejor cifra como jugador del equipo vigués, con el que ese  año disputó 45 partidos como titular, y que rindió mejor que nunca en su quinta temporada en Balaídos.  

Su sexta temporada en Vigo representó uno de los años más complicados a nivel personal. Desde su llegada a Vigo, Cabral había sido casi siempre habitual en el once inicial, salvo con Luis Enrique, que rotaba mucho en todas las posiciones. Con Unzué el nuevo técnico que llegó para sustituir a Berizzo,  comenzó siendo titular, y formó pareja más o menos estable durante la primera vuelta junto a Sergi Gómez.

En la segunda vuelta cambiaron las cosas. Roncaglia, que había estado fuera del equipo durante la primera mitad del curso, volvió a contar para Unzué, y Cabral cedió su puesto en el once a su compatriota. En las últimas jornadas tuvo alguna que otra oportunidad, y al final acabó disputando 28 partidos oficiales, 22 como titular, es decir más de la mitad de los que jugó el Celta, pero en la comparación con temporadas anteriores se notó que este no fue su mejor año. 

La última temporada del central argentino en el Celta, la 2018-19,  estuvo marcada por los entrenadores que pasaron por el club. Su participación dependió en gran medida del inquilino del banquillo. Comenzó jugando bastante con Antonio Mohamed, y desapareció totalmente del equipo tras la llegada de Miguel Cardoso al banquillo celeste. 

Sin embargo en la última fase de La Liga, ya con Fran Escribá como director de orquesta, volvió a disponer de minutos, terminando la temporada como titular, y firmando un balance de 25 partidos, 22 de ellos como titular, en la que sería su temporada de despedida del Celta después de siete años, y con 229 partidos oficiales a su espalda, en los que llegó a anotar 9 goles, alguno muy importante. Cabral quedará siempre ligado al club vigués y perdurará en la memoria de todos los que lo hemos visto en Balaídos. 

Tras dejar el Celta ficharía por el Pachuca, de la Liga MX, a la que regresaba después de casi una década. 

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