Dorsales históricos del Celta | #6 Nemanja Radoja


En 1995 La Liga impuso un dorsal fijo para los jugadores de todos los equipos de Primera y Segunda División. Este curso se cumplen 25 años de esa medida que hoy vemos con absoluta normalidad. En este cuarto de siglo han sido muchos los jugadores del Celta que han portado los 25 dorsales del Celta. En esta serie de entradas queremos destacar a los que más veces han vestido cada número. Los “dueños” de los dorsales del Celta. 

#6 Radoja (146 partidos) 

Un cambio con respecto a la última revisión de los dorsales históricos nos llega en el número 6. Nemanja Radoja logró superar a un mito del celtismo como Mazinho, que había vestido 138 veces la camiseta con el 6 a la espalda. El serbio salió mal del club, pero deja una cifra que le situará en la historia del club durante algún tiempo. Esperemos que Denis logre desbancarlo. 

Nemanja Radoja, mediocentro defensivo que perteneció al Celta entre 2014 y 2019. Nacido en Novi Sad, Radoja creció en Veternik, una pequeña población cercana a su lugar de nacimiento. Muy pronto se le vieron cualidades para el fútbol, por lo que ingresó en la academia del Novi Sad, siguiendo los pasos de su hermano Stefan, tres años mayor que él. 

Radoja tendría su primera oportunidad en el verano de 2011, aunque antes sería cedido al CSK Pivara Celarevo, un modesto club que milita en el liga regional de Vojvodina, el tercer nivel del fútbol serbio. Tras regresar a la Vojvodina firmó un contrato profesional por cinco temporadas, antes de ser cedido nuevamente al FC Cement Beocin, también de la tercera división. 

Su debut profesional llegó el 18 de agosto de 2012, en una victoria frente al Spartak Subotica. Su primer tanto lo logró el 17 de abril de 2013, en la semifinal de la Copa de Serbia, ante el OFK de Belgrado. Su equipo se clasificaría para la final, que finalmente perdería ante el Jagodina, aunque tomaría cumplida venganza un año después haciéndose con el título frente al mismo rival, logrando su primer título desde 1989.

Como titular indiscutible en la Vojvodina, su buen rendimiento llamó la atención de varios clubes, pero sería el Celta quien se haría con sus servicios en el verano de 2014, tras pagar alrededor de un millón de euros. A Vigo llegó con la recomendación de Zoran Maric, su entrenador en la Vojvodina, y quien jugó en el Celta durante los años ochenta. 

Nemanja Radoja fue, probablemente, el jugador revelación de la temporada 2014-15. El mejor fichaje, sin duda, por tratarse de un futbolista totalmente desconocido para el gran público y cuyo rendimiento fue bueno desde el primer momento. No es fácil esa capacidad de adaptación brutal mostrada por el serbio, en un fútbol que aún estando cada vez más globalizado, seguía manteniendo una distancia muy grande entre la liga española y la serbia, donde había desarrollado su carrera Radoja. 

El centrocampista llegó para cubrir una posición un tanto floja tras la lesión de Oubiña. El canterano Borja Fernández fue titular en la primera jornada, pero Radoja ya tomó el mando desde la segunda fecha, ante el Córdoba, y no lo soltó hasta que la mala racha de resultados llevó a Berizzo a tomar decisiones drásticas, como la inclusión de Augusto Fernández, extremo derecho originalmente, como pivote defensivo.

Entonces, Radoja pasó al banquillo, aunque siguió contando con oportunidades saliendo en las segundas mitades cuando el equipo iba ganando y el técnico argentino quería apuntalar el centro del campo. Eso fue hasta que una pubalgia, que ya venía arrastrando desde poco después de su llegada a Vigo, le obligó a pasar por el quirófano y dar por finalizada su primera temporada como jugador del Celta, que solo puede tener una valoración muy positiva. 

En su segunda temporada en Vigo el papel de Radoja cambió. Si en el fútbol existiese algo similar a la figura del sexto hombre del baloncesto, Radoja sería ese jugador. El centrocampista serbio fue el  principal recurso de Berizzo en casi cualquier situación, pero no acaba de convertirse en titular del equipo. Desde que el año anterior perdiese ese privilegio en favor de Augusto, se tuvo que conformar con aprovechar las bajas de algún compañero, o la situación del partido para entrar en juego.

Aún así, sus cifras fueron buenas, incluso mejores que su primer año en Vigo, al disputar 30 partidos, aunque solo 15 de ellos como titular. Su rendimiento no suele sorprender, es un futbolista que siempre cumple, que minimiza sus limitaciones y explota sus virtudes y tuvo una nueva oportunidad tras la marcha de Augusto Fernández, siendo titular mientras el Celta no encontró  un reemplazo. 

Cuando este llegó, en la figura de Marcelo Díaz, Radoja regresó al banquillo, y solo disfrutó de minutos sueltos en los últimos partidos, salvo cuando Wass o Pablo Hernández fueron ausencia por diversos motivos. 

La tercera temporada de Radoja en el Celta quedará para el recuerdo. El centrocampista serbio inició la pretemporada  con la vitola de ser el suplente de Marcelo Díaz, pero esta percepción enseguida cambió al aprovechar a la perfección la ausencia del internacional chileno por lesión. 

Radoja se convirtió en un marathoniano. El único futbolista que estuvo por encima de los 4.000 minutos, una cantidad increíble de minutos para un jugador titular en 45 de los 60 partidos del equipo, y que llegó a disputar 36 partidos completos, rindiendo a un buen nivel. Además se encontró con el gol, el primero en sus tres años en Vigo, logrado ante el Alavés, que daba la victoria al Celta en los últimos minutos. 

El internacional serbio se convirtió en un seguro en el centro del campo, un futbolista con una increíble capacidad para recuperar balones y que además demostraba no ser manco cuando tocaba distribuir. No era extraño que su nombre figurase en la agenda de equipos muy importantes, entre ellos el Atlético de Madrid, mientras el Celta intentaba en vano ampliar su contrato. 

Su cuarta campaña en el Celta estuvo marcada por los fichajes realizados por el club en ese verano. El serbio se vio superado en las primeras jornadas por ese ciclón llamado Stanislav Lobotka. El serbio comenzó de titular, pero una lesión lo apartó del equipo. Entonces Unzué, que había llegado aquel verano a Vigo, descubrió al eslovaco y este le  birló el puesto. A partir de ahí tuvo que luchar contra Pablo Hernández, e incluso frente a Jozabed, para hacerse con un puesto en el once titular, sin conseguirlo con regularidad.

El serbio disputó 29 partidos, pero solo 13 de ellos como titular, y sumó poco más de 1.300 minutos, una cifra muy inferior a la de otras campañas en el Celta. Además, las lesiones volvieron a hacer acto de presencia, así que tuvo una temporada a tirones, sin continuidad y sin la regularidad que en él es habitual. 

Después de la gran campaña anterior, el rendimiento de Radoja no se puede decir que haya sido malo, pero si da la sensación de que le faltó algo para tener más minutos. En su cuarta temporada en el Celta se le ha visto con más dudas que nunca, aunque lo cierto es que cuando jugó rindió como en él siempre fue habitual, pero la comparación con Lobotka le perjudicó mucho. 

Paralelamente el Celta seguía intentando ampliar su contrato, pero las ofertas realizadas fueron rechazadas por el serbio, por lo que el Celta, a la vista de que solo le quedaba un año de contrato, le instó a buscar equipo para marcharse ese verano, ante el miedo de quedarse sin el jugador al año siguiente sin recibir una contraprestación económica.

El club le hizo saber que se pasaría un año en la grada si decidía seguir en Vigo. Una situación en la que también se vieron inmersos Sergi Gómez y Jonny, pero mientras estos encontraron pronto un equipo, Radoja no lo hizo, y eso que el club le dio permiso para retrasar su incorporación a la pretemporada del equipo, con el objetivo de que buscase club para la Temporada 2018-19. No fue así, por lo que siguió en el Celta, y como le había advertido el club no contó para ninguno de los tres entrenadores que pasaron por el banquillo celeste. 

Ese fue su quinto año en Vigo, un colofón injusto para una trayectoria que merecía otra salida. En total disputó 146 partidos, marcando un único gol, el de la victoria ante el Alavés en un partido de Liga, dejando la imagen de un futbolista profesional, que siempre aportó lo que pudo al equipo, y que a pesar de estar un año sin jugar, no levantó la voz en ningún momento ni fue un problema en el vestuario. Finalizado su contrato con el Celta, fichó por el Levante.

0 comentarios:

Publicar un comentario