El espíritu del 4%


Foto: Ricardo Grobas/Faro de Vigo
El Celta recibe esta tarde al Villarreal en uno de esos partidos que -ojalá- se recuerden durante años. Como aquel partido ante el Xerez, con remontada y 4-1 final, que dejaba al Celta prácticamente en Primera División, o por supuesto aquel ante el Espanyol que nos daba la salvación en la última jornada de La Liga. 

La diferencia es que este encuentro no será definitivo si se gana, ya que el Celta seguirá en puestos de descenso, pero sí puede serlo si se pierde, ya que el Villarreal se escaparía con 7 puntos de ventaja, y falta por ver lo que hace el Valladolid, que mañana recibe a la Real Sociedad a la misma hora que hoy el Celta hace lo propio con el Villarreal. 

Conscientes de la trascendencia del encuentro, la afición se ha volcado con este partido. El Celta ha cocido a fuego lento, y con muy buen criterio, el ambiente que se va a vivir esta tarde, con una afición entregada a su equipo con un partido que recordará a las grandes tardes. El espíritu del 4% ha renacido después de estar prácticamente hundidos tras la derrota en el Bernabéu y las victorias de Villarreal y Valladolid, que llegaron además con remontada, dejando al equipo celeste a 4 puntos de la salvación. 

Entonces todo parecía perdido, pero ahora la afición ha recuperado la ilusión, y eso es fantástico. Esa ilusión empujará al equipo, que contará con Iago Aspas para dar ese necesario salto de calidad a un equipo que está firmando un 2019 para olvidar, pero que puede ser para recordar si la reconquista celeste nos deja en Primera División. Entonces, todo esto habrá merecido la pena, aunque el sufrimiento nunca sea bienvenido por innecesario en el caso de un Celta que demostró en los últimos años que esta no es su lucha. 

En aquel 2013 el Celta tenía un peor equipo en términos relativos, pero el celtismo no se rindió. Soñó y perseveró, como el equipo, e incluso cuando todos lo daban por descendido, no dejó de perder la fe y viajó en masa a Valladolid para animar al equipo, incluso sabiendo que ese mismo día podía ser matemáticamente de Segunda si los resultados se torcían. En aquella ocasión llegó la recompensa con un triunfo, ratificado una semana después con la permanencia. 

Pero esta no será la última final, habrá más, y serán seguramente más cruciales todavía que este partido. Primero ganemos esta y luego pensemos en las demás, pero esta comunión con el equipo será fundamental para lograrlo. Esta y las que vienen. Y Iago Aspas, claro. 

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