La madurez de Fran Beltrán


Foto: Xoan Carlos Gil/La Voz de Galicia
Pocas cosas en el fútbol son casualidad. A veces nos preguntamos qué ha podido pasar con tal o cual jugador para que no haya podido triunfar, o nos sorprende que algún futbolista haya completado una carrera más que interesante. Muchas veces se atribuye su éxito o su fracaso a la suerte, y casi siempre el diagnóstico es erróneo. 

No sé que pasará con el futuro de Fran Beltrán, pero lo más probable es que triunfe, y mucho, en el fútbol. Pocos jugadores como él tienen tan claras las cosas con 19 años, una edad en la que la mayoría de las personas no tenemos claro casi nada, Fran Beltrán parece estar de vuelta de todo. 

Su entrada en el Celta sorprendió a todo el mundo. Había destacado en Segunda División, pero llegaba a un equipo con exigencias siendo apenas un niño y no se notó que no había jugado nunca en la máxima categoría cuando dio un recital ante el Espanyol en la primera jornada. Después mantuvo su nivel durante las siguientes jornadas, e incluso fue elegido el mejor del mes de septiembre por los aficionados. 

Ahora atraviesa una etapa diferente. Ha visto la otra cara del fútbol, la de la suplencia, y lo ha asumido con una naturalidad que asusta. Ayer comentaba que veía como normal no jugar, por su edad, y alababa a sus compañeros de la medular y al entrenador que lo ha sacado de la titularidad. 

A ningún futbolista le gusta quedarse en el banquillo o jugar poco, y él no negaba que quería jugar más, pero su madurez asusta. Hemos visto casos recientes de futbolistas que han renegado de su suplencia, que se han quejado e incluso han salido del club. Les está yendo de aquella manera. La humildad es una virtud, y la madurez tan necesaria como el talento, porque el talento sin madurez sirve para muy poco. Lo hemos sufrido y lo sufrimos en el Celta. 

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