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| Foto: LFP |
Balaídos vivió su primer partido oficial con VAR. Ya lo había hecho en el Memorial Quinocho, pero si en aquel momento las decisiones se vivieron con otro ambiente, el pasado sábado, con puntos en juego, la tensión fue palpable. El colegiado del encuentro tuvo que echar mano de la ayuda tecnológica en varias ocasiones, y evitó errores que pudieran perjudicar a cualquiera de los dos equipos.
Algo así es lo que venimos reclamando desde hace muchos años. La tecnología hubiera permitido algo así desde hace varias temporadas, pero tenemos que celebrar que, por fin, la justicia arbitral se imponga. Obviamente el VAR no acabará con la polémica ni con las protestas, pero sí con los errores arbitrales. Al menos con los más gruesos, porque hay ciertas decisiones que toman los colegiados y sobre las que no influye el VAR, por ejemplo ciertas amonestaciones.
En todo caso, todas las acciones no dejan lugar a la duda viendo la repetición. Hasta ayer los árbitros tenían que depender, en más de una ocasión, de su intuición. Y claro, esta no siempre garantiza aciertos. Todo eso se acabó. Ahora el árbitro puede tomar una decisión sabiendo que alguien la va a refrendar o censurar a tempo para que no tenga afectación sobre el resultado.
Las acciones protestadas por el Celta fueron unas supuestas manos de un rival dentro del área, que las repeticiones demuestran que no son, pero también dejaron momentos de tensión mientras el colegiado consultaba si había habido penalti a favor del Espanyol. Las imágenes dejan claro que no era, pero esos segundos de tensión pasarán factura a la larga a nuestros corazones. Por lo demás, bienvenido VAR. Por muchos años.
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