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| Foto: SC Braga |
El Celta disputó ayer el segundo amistoso del verano. Desde luego no será un partido para recordar, pero los partidos de preparación son, como su nombre indica, para preparar la temporada y no para ser memorables. Antonio Mohamed tenía muy claro que era lo que había que corregir tras jugar ante el Córdoba, tal y como reconoció en la rueda de prensa posterior al partido, asegurando que había muchos conceptos defensivos que debían mejorar.
Y ese era el objetivo en el encuentro de ayer. El equipo vigués salió de inicio con tres centrales: Roncaglia, David Costas y Araujo, esquema que mantuvo hasta bien entrada la segunda mitad cuando retiró del campo al mexicano. El equipo trabajó varias opciones, incluso la salida de balón desde atrás con presión alta por parte del rival, una situación en la que no se sintió nada cómodo.
A diferencia de otros años, este equipo no tiene complejos si debe sacar el balón desde atrás con un pelotazo, y aunque Mohamed no es un defensor precisamente de las marcas al hombre, sí que las pudimos ver en los córners en contra. Pruebas para mejorar algo que ha lastrado al Celta en las últimas temporadas y que Mohamed conoce bien.
Hace unos días reconocía en Faro de Vigo que el Celta debía mantener su esencia goleadora, pero para entrar en Europa era imprescindible encajar menos goles. Las cifras de las últimas temporadas son alarmantes, y eso se ha traducido en malas clasificaciones. Ayer no vimos el mejor partido del Celta, y seguramente esperamos mucho más en ataque, donde no nos olvidemos que faltan todos los que pueden ser titulares esta temporada, pero seguro que Mohamed aprovechó el encuentro para sacar conclusiones interesantes, y el equipo mejorará globalmente. Ya tendremos tiempo de disfrutar cuando empiece La Liga.
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