Nueve años del comienzo de una leyenda


Foto: Atlántico Diario
El paso del tiempo es implacable, y aunque parece que fue ayer, hoy se cumplen 9 años del famoso partido contra el Alavés en el que Iago Aspas se le apareció al celtismo para rescatarlo de un posible descenso a Segunda B. Transcurría la Temporada 2008-09. El Celta comenzó aquel curso con Pepe Murcia en el banquillo, y con ciertos altibajos, no lo hizo mal en la primera vuelta, donde incluso pudo haber acabado en puestos de ascenso de haber ganado el partido aplazado en Murcia. 

El Celta perdió aquel partido, y a partir de aquel momento inició una vertiginosa racha que le conducía directamente al infierno de la Segunda B. Tras ganar al Sevilla Atlético (2-0) en la jornada 20, el equipo celeste encadenó una racha de 5 empates y 7 derrotas en 12 partidos, que le conducía irremisiblemente a los puestos bajos de la clasificación. 

El Consejo de Administración dio un golpe de timón con la llegada de Eusebio Sacristán, pero incluso con el de La Seca en el banquillo, los resultados no llegaban. Varios partidos en casa, en los que el equipo comenzó ganando, acabaron con empate o derrota, y la situación al llegar el Alavés era dramática. 

El equipo celeste había logrado una victoria en los últimos 20 partidos, y aunque aquel partido ante el Alavés era en la jornada 40, con tiempo para recuperarse de una derrota, la sensación entre el celtismo era que una derrota condenaba al equipo. El Celta tenía la ventaja de haber ganado en Mendizorroza en la primera vuelta, y llegaba con una ventaja de 3 puntos. Si ganaba estaría salvado a dos jornadas del final, e incluso perdiendo, seguiría por delante de los alaveses en la clasificación, pero los condicionantes antes mencionados invitaban al pesimismo. 

El pánico era la nota predominante entre la afición. Para mayor desgracia, Eusebio no podía contar con ninguno de los dos delanteros titulares, ya que tanto Ghilas como Dinei, por diversos motivos, no podían estar en aquel encuentro. El preparador castellano convocó a Joselu, que ya había disputado algunos minutos en Liga, y Iago Aspas, del que se esperaba mucho, pero no había jugado nada ese año. 

El partido transcurría con un preocupante empate a cero que no acababa de contentar a ninguno de los dos equipos. Llegada la hora de partido, Eusebio decidió mover el árbol. Retiró del terreno de juego a Óscar Díaz y dio entrada a Iago Aspas, recibido con entusiasmo por una afición que no sabía que estaba a punto de vivir media hora histórica para el Celta. 

Nada más saltar al terreno de juego, Iago Aspas dejó claro que no era un debutante al uso. No había jugado nunca un partido en Balaídos, pero parecía un veterano por su descaro. Eso era precisamente lo que necesitaba el Celta. Bernardo no intuía lo que se le venía encima, y pudo sacar la primera de Iago Aspas, pero en el minuto 80 no pudo detenerlo. Un centro de Dani Abalo desde la banda lo cabeceó al fondo de las mallas el moañés, poniendo el 1-0 que salvaba al Celta. 

Pero el celtismo estaba acostumbrado al celtismo, y seguía sin tenerlo claro. Más cuando en el minuto 88 Junajo remató a gol un centro raso lateral que suponía el empate. El drama pudo llegar unos minutos después, cuando Falcón sacó de forma milagrosa lo que parecía el 1-2. Pasaban tres minutos del tiempo reglamentario, y la afición ya daba por bueno el empate que lo dejaba todo en el aire. No quedaba mucho tiempo, y el Celta tenía una falta en campo propio. 

Jordi Figueras botó la falta en largo, Jonathan Vila peinó en la frontal del área, cayendo el balón a pies de David Rodríguez, que dentro del área remató a puerta despejando Bernardo un balón que cazó Iago Aspas para enviarlo al fondo de las mallas. Era el 2-1, el gol de la victoria sin tiempo para que el Alavés pudiese remontar. Era la segunda victoria del Celta en 20 partidos, y suponía la salvación matemática. 

Aquel día, Iago Aspas entró en la leyenda del Celta. Aunque no hiciese nada más en su carrera, ya sería historia del club, pero desde entonces ha hecho muchas más cosas, resumidas en 117 goles en 279 partidos, unas cifras que le harán perdurar para siempre en la historia del club, colaborando en un ascenso, permanencias agónicas, clasificaciones para Europa, y después de ganar en el aspecto individual 3 Trofeos Zarra, otros tantos Manuel de Castro, y después de ser elegido 5 veces MVP de la temporada por nuestros lectores. 

Cuando aquel día aplaudíamos a rabiar su entrada al campo, lo hacíamos sin tener la más mínima idea de lo que haría aquel día, y sin imaginarnos por asomo lo que llegaría a hacer en los siguientes nueve años. Aquel día comenzó la leyenda de Iago Aspas, uno de los jugadores más legendarios vestidos de celeste que recuerdo. 

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