Dueños de sus silencios, y esclavos de sus cláusulas de rescisión


Foto: Getty Images
En las últimas horas o días estamos asistiendo a un exceso de verborrea por parte de nuestros jugadores que nos está dejando un tanto perplejos. Las comunicaciones en Casa Celta están muy controlados, el club mide sus intervenciones y se cuida mucho de sacar a la palestra a sus jugadores en momentos polémicos o en los que pueden ser susceptibles de dejar titulares a la prensa. 

Otra cosa es cuando se van a su país. Ahí se pierde el control y todo se desata. Lo vimos en ocasiones anteriores con declaraciones de Bongonda o Guidetti que en algún caso fueron malinterpretadas, y lo hemos visto en las últimas semanas con aquellos jugadores que podrían dejar el club este verano. Hablamos de casos como Wass, Sisto o Lobotka. 

Lo de Wass fue una absoluta declaración de intenciones. Declaró a la prensa de su país que quería jugar en un equipo de Champions, pero que su idea era seguir en España. Todo eso apuntó directamente al Valencia, pero una cosa son los deseos del jugador, y otra las condiciones contractuales que señalan que le queda un año de contrato. A Wass no le faltan motivos para querer dejar el club, pero eso es otro tema. 

Y en las últimas horas nos han llegado las declaraciones de Sisto, que espera hacer un buen Mundial para irse a un equipo más grande, y esa sorprendente declaración de amor de Lobotka hacia el Nápoles en la que, eso sí, pide que se pague un precio correcto por sus servicios. El precio correcto son 50 millones, y el Nápoles supongo que lo sabe. ¿Querrá pagarlo?. Eso es lo que debería preguntarse Lobotka antes de realizar según qué declaraciones, porque en el fútbol, como en la vida, uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus cláusulas de rescisión. ¿O no era así?. 

0 comentarios:

Publicar un comentario