Esperpento en el palco de Balaídos


Foto: Faro de Vigo
El pasado lunes el Celta anunció a través de un comunicado oficial que no acompañaría al Alcalde de Vigo, Abel Caballero, en el palco de autoridades del Estadio Municipal de Balaídos. El club vigués está molesto por el informe presentado por el Concello sobre la obra de la Ciudad Deportiva que va a realizar el Celta en Mos, y lo ha querido escenificar de este modo. 

Desgraciadamente, el desencuentro entre las dos entidades está dañando la imagen del Celta en el exterior, especialmente en un partido tan mediático como el de ayer, cuya repercusión ha sido importante. El esperpento alcanzó tal nivel que incluso en la previa del partido la afición se centraba en las pantallas gigantes más que en el terreno de juego. 

A Abel Caballero no le importó mucho la medida tomada por el Celta. Se presentó con toda la normalidad del mundo en el palco de Balaídos, pero el esperpento se produjo cuando Carlos Mouriño se cruzó con él. Según cuentan el propio Presidente tuvo que desalojar a Carmela Silva, presidenta de la Deputación de Pontevedra, que había ocupado su sitio, que permaneció vacío el resto del partido. Además se produjeron un cruce de descalificaciones que dejan en mal lugar a ambas partes. 

Sería absurdo exigir madurez a dos septuagenarios, pero al menos si estaría bien pedir decoro y cierto comportamiento para no ensuciar la imagen del club. Estas luchas políticas aburren a la afición, que ayer también lo escenificó pitando a Mouriño cuando su imagen aparecía en las pantallas gigantes de Balaídos. Ojalá tomen buena nota del hartazgo que la actitud de unos y otros está generando entre la afición, inútilmente dividida entre los partidarios de uno y otro, cuando lo que debemos hacer es remar todos en la misma dirección. Ellos los primeros. 

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