El peor fichaje de última hora del Celta


El último día del mes de enero, como sucede con el último día de agosto, suele ser un día de preocupaciones e ilusión. Preocupación por lo que se puede ir e ilusión por lo que puede llegar en último día del mercado de fichajes. Hace ahora mismo cuatro años el Celta estaba buscando un delantero con el que reforzar el equipo. Había sonado con muchísima fuerza Omer Damari, pero el ariete israelí no saldría finalmente de su club. El que llegó finalmente fue Welliton. 

Su fichaje llegó casi sobre la bocina. El Celta lo anunció a las ocho y media de la tarde, media hora antes de empezar un partido contra el Granada en Los Cármenes. Miguel Montes Torrecilla, Director deportivo del Celta, defendía sus cualidades en la puesta de largo del brasileño: "Estábamos detrás de un jugador ofensivo. Nos va a dar variedad en el ataque y competencia tanto en el delantero centro, como en la banda atacando el espacio, siempre buscando diagonales desde el perfil izquierdo. Ha destacado sobremanera siempre por su potencia, velocidad y ser capaz de desbordar a las defensas rivales, bien por sus potentes conducciones o su desmarque de ruptura. Contratamos a un futbolista fiable, que nos transmite tranquilidad de aquí al final de la temporada en que la plantilla tenga esa competencia que haga que todos luchen por un puesto en el once titular". 

El futbolista aludió a la presencia de jugadores brasileños en el Celta, así como a la recomendación de Valery Karpin, con quien coincidió en el Spartak de Moscú, asegurando  que "cuando surgió la oportunidad de venir aquí no lo pensé dos veces". También advirtió que no llegaba en su mejor momento. El brasileño se había estado entrenando por su cuenta después de jugar en el Sao Paulo, a donde había llegado tras no contar apenas en el Gremio: "Necesito un poco más de tiempo para estar al cien por cien, todavía no estoy". El tiempo, finalmente se le echaría encima. 

Durante su estancia en Vigo, Welliton fue más protagonista por situaciones extradeportivas que por su relevancia en un terreno de juego. De hecho, su presencia con el equipo se limitó a cinco minutos ante el Elche, en el Martínez Valero, donde no llegó a tocar un balón. El Celta perdió, y no se le volvió a ver con la camiseta céltica, que no celeste, ya que jugó con la segunda equipación. 

Welliton fue noticia por otras cuestiones. En una ocasión plantó a los medios de comunicación cuando iba a dar una rueda de prensa. Se calificó como un malentendido y se aplazó hasta el día siguiente, pero tampoco apareció. Ya no aparecería más. El entrenador céltico, Luis Enrique, comenzó dejándolo fuera por su condición física,  pero no pasó por alto sus constantes actos de indisciplina, que le cerraron totalmente las puertas a la titularidad, desapareciendo incluso de las convocatorias.

Uno de ellos trascendió a la prensa, para desgracia del propio futbolista.  Sucedió a las 05:05 de la madrugada del cinco de mayo, cuando la policía local de Vigo detenía al jugador por conducir borracho en un vehículo en el que viajaban seis personas, una más de las permitidas. Welliton fue interceptado en un BMW de color oscuro, modelo 520D, mientras iba por Urzaiz. Los agentes lo vieron a la altura de la calle Príncipe con la música a un volumen elevado y a gran velocidad. Después de girar por Gran Vía, el deportistas se saltó los semáforos en rojo que hay hasta la plaza de España. Finalmente, los policías lo interceptaron en el cruce con Hispanidad después de perseguirlo una dotación del GOA, unidad especial de operaciones de élite.

Los agentes comprobaron que en el coche, además del jugador Welliton, viajaban otras cinco personas. El joven presentaba claros síntomas de estar bajo los efectos de las bebidas alcohólicas. Tras efectuarle la prueba, arrojó un resultado de tipo penal. En concreto dio una tasa de 1,30, más de cinco veces la autorizada. La primera frase de Welliton tras ser detenido por los policías fue: "Soy Welliton, jugador del Celta", justificando su estado por la celebración de la permanencia recientemente alcanzada por el conjunto celeste.

El Celta decidió aplicar al futbolista la máxima sanción que contemplaba el régimen interno del club, aunque no expulsa al jugador de su disciplina. Un día después, fue condenado a través de un juicio rápido, a estar un año sin carné y una multa de 9.000 euros por un delito de conducción bajo los efectos del alcohol.

En su declaración ante la juez dijo que estaba "arrepentido" y que "no quería dar mal ejemplo". Su abogado, Manuel Carpintero, afirmó a la salida del juicio rápido que su cliente volvía del centro de Vigo y se iba para casa, que iba con unos amigos y amigas, y que celebraban la permanencia en Primera División. El letrado afirmó que el jugador no contaba que la "cosa estuviese tan calentita", en referencia a que no contaba con dar una tasa tan elevada de alcohol. El futbolista dio 1,30 miligramos por litros de aire espirado, casi seis veces más cuando el máximo legal permitido es de 0,25.

El cinco fue un número maldito para Welliton durante su estancia en el Celta. Cinco fueron los minutos que jugó durante sus cinco meses en Vigo.  El cinco formaba parte de su dorsal, y la acción que le hará famoso sucedió un día cinco, del mes cinco, a las cinco y cinco de la madrugada. Se le impuso una sanción en el juzgado de instrucción número 5 de Vigo, por multiplicar por cinco la tasa de alcoholemia. 

Una lesión en el tramo final de la temporada, una "tendinopatía aguda" en su tendón rotuliano,  fue la coartada perfecta para explicar su ausencia en el equipo. Vivió bien en Vigo durante los meses que estuvo en la ciudad, pero no progresó futbolísticamente. Como vino, se fue. Sin más.

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