La paciencia, esa virtud tan poco valorada


Foto: Ricardo Grobas/Faro de Vigo
Uno de los aspectos menos valorados en el mundo del fútbol es la paciencia, pero seguramente sea una de las mayores virtudes que puede tener un dirigente, y los resultados suelen darle la razón. Y es algo que se valora muy poco especialmente cuando se tiene. Pocas aficiones resaltarán eso de la directiva de su equipo, pero seguramente serán muchos los que echarán de menos esta virtud cuando su presidente no la posee. 

Sucede todos los años y en esta ocasión ha sido el Alavés el primero en destituir a su entrenador tras disputar las cuatro primeras jornadas. La directiva vitoriana ha decidido destituir a su entrenador tras perder ante Leganés, Barcelona, Celta y Villarreal. Es decir, de los cuatro partidos que ha tenido Zubeldía, la derrota está justificada en tres de ellos. Barcelona por supuesto, pero también Celta y Villarreal, dos equipos con aspiraciones europeas. 

El único tropiezo fue perder ante el Leganés, pero Butarque no será un campo fácil. Esa derrota le ha costado el puesto al técnico argentino, y es evidente que esta decisión denota una clara falta de confianza en su trabajo, y por tanto un error mayúsculo a la hora de contratarlo. Sin embargo, el que se va a la calle es el técnico. 

En Vigo debemos felicitarnos por la paciencia que ha mostrado en los últimos tiempos Carlos Mouriño y su consejo de administración. No tanto al principio, pero con el paso de los años ha aprendido a ser paciente, aguantando a los entrenadores en muchos por encima de la lógica. Lo hizo con Luis Enrique, que empezó la temporada mal y acabó llevando al Celta a una cómoda novena posición con una segunda vuelta fantástica. 

Pero incluso tuvo más mérito lo hecho en la primera temporada de Berizzo, cuando aguantó una racha siniestra de diez partidos sin ganar, sin marcar en varios de ellos, que enviaba al Celta a las posiciones bajas de la clasificación. Mouriño aguantó y el equipo acabó siendo octavo. El resto de la historia es de sobra conocida, pero llevó al equipo hasta Old Trafford tuteando a todo un Manchester United mientras el Mourinho portugués besaba su reloj rezando por el pitido final. Nada de eso hubiera sucedido si la paciencia fuese la misma que la que han mostrado los directivos del Alavés.

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