El gol como obsesión


Foto: Ricardo Grobas/Faro de Vigo
La mejor noticia del arranque liguero del Celta es Maxi Gómez. Con muchísima diferencia con respecto a la siguiente. El delantero charrúa ha empezado la liga como un tiro, con cuatro goles en tres partidos, y la sensación de que Felipe Miñambres ha encontrado muchísimo gol en Montevideo. 

Pero el gol casi nunca es consecuencia de la casualidad. Hay que buscarlo, y si se sabe cómo normalmente acaba llegando. El oficio de goleador es uno de los más complicados y exigentes del fútbol. Pocas demarcaciones se pueden medir con la misma precisión que el de delantero. Se cuentan los goles, se comparan con otros delanteros, y los comentarios suelen variar en función de su racha. 

El problema de muchos delanteros es que viven de marcar goles sin ser verdaderos delanteros. Algo que no le sucederá nunca a Maxi Gómez, que ha nacido para marcar goles. Tiene la portería entre ceja y ceja y lo demuestra en cada partido, en cada acción. Si recibe el balón dentro del área no necesita mucho espacio para tirar, y casi siempre genera peligro. 

Pero esta tarde además de esas virtudes también demostró que puede ser bueno en otras facetas. Envió pases interesantes, especialmente uno en diagonal a Pione Sisto, y también se fajó en tareas defensivas. Incluso demostró ser “canchero” parando de forma bastante expeditiva una contra del Alavés en el tiempo de descuento. En definitiva, volvió a ser la referencia ofensiva del equipo, y esta vez, al fin, su acierto tuvo recompensa en forma de victoria. 

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