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Foto: LOF
No hay nada que una victoria no cure. La mayor de la crisis, el mayor de los problemas deportivos, siempre se olvidarán un poco si al final del encuentro los tres puntos son para nuestro equipo. Y eso es lo que debe intentar el Celta esta tarde en un campo tan difícil como Ipurúa. No es nada sencillo llevarse los tres puntos del estadio del Eibar, entre otras cosas porque es un equipo que compite muy bien, con un entrenador que sabe lo que hacer para que su equipo sea eficaz y unos jugadores que lo tienen muy claro. 

Decía en una ocasión Pacheta, cuando era director deportivo del Numancia, que los jugadores que fichaban por el equipo soriano rendían muy bien porque allí iban a jugar, resaltando que no hay mucho más que hacer en la ciudad castellana. Tal vez Eibar no sea igual, pero lo cierto es que el rendimiento de casi todos los jugadores que llegan a la ciudad guipuzcoana es extraordinario. 

El milagro del Eibar tiene su respuesta en el carácter mostrado por sus jugadores, y además no están exentos de calidad, así que el reto es muy importante, pero a mayor dificultad, mayor satisfacción. Conseguir la victoria esta tarde otorgaría al Celta algo más que tres puntos. Significa una oportunidad para relanzarse y empezar a ver el futuro con algo más de optimismo que el que tenemos ahora. Pocas victorias sabrán tan bien como la de esta tarde. 

Y además servirá también para vengar en cierta manera la pésima actuación de Munuera Montero en el último partido jugado en este escenario, en un partido horrible del Celta, pero peor aún del árbitro, que no pitó un penalti sobre Bongonda, expulsó a Sergio por golpear una nevera y registró en el acta una desconsideración de Hugo Mallo que le costó varios partidos de sanción. 

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