El canterano Drazic


Foto: Jorge Landín/Atlántico Diario
El pasado miércoles el Celta presentó sus categorías inferiores en el descanso del Memorial Quinocho. El club presumió de cantera y es regocijó con los talentos que forman parte de A Madroa, y que el año pasado lograron un éxito sin precedentes en todas las categorías. Sin duda hay motivos para alegrarse por el la cantidad y calidad de jugadores que posee el Celta en sus escuelas. 

Entre todos los canteranos había uno que llamaba poderosamente la atención: Dejan Drazic. El serbio no es un canterano al uso, de hecho no lo es aunque pertenezca al Celta B, pero allí estaba sentado junto al resto de los niños que conforman la cantera del Celta, en Tribuna Baja, en la parte más cercana a la Grada de Gol. Cuando enfiló una de las antiguas entradas a los vestuarios, justo entre Gol y Tribuna Baja, para salir al campo, fue ovacionado por el público allí presente. El único que muchos de los presentes conocían. 

La presencia de Drazic en el Celta B me produce sentimientos enfrentados. Por un lado creo que por orgullo y amor propio no debería haber aceptado el ofrecimiento. Un jugador por el que el club ha pagado 1 millón de euros, aceptando dos años después jugar con su filial después de no contar para el Celta en Primera ni para el Valladolid en Segunda. No es fácil gestionarlo. 

Pero por otro lado me parece un acto de humildad y una demostración de compromiso con el club. Demuestra ganas de triunfar, por encima de las adversidades y no ha dudado en dar un paso atrás para tomar impulso. Ojalá le salga bien al serbio y lo veamos en el primer equipo en breve. No es canterano ni lo será nunca, aunque seguramente su nombre se apunte cuando queramos presumir de canteranos en el primer equipo. Al fin y al cabo habrá hecho lo mismo que otros jugadores como Michu o Álex López. 

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