Cuestión de fe



"Usted compra gol" Cuentan que esa fue la respuesta de Stabile, el pichichi del Mundial de 1930, cuando un dirigente de San Lorenzo le preguntó por las características de Isidro Lángara, el histórico goleador vasco de los años 30 que estaba ofreciéndose al club de Boedo, huido de su tierra por la Guerra Civil aprovechando una gira de la selección de Euskadi. Daba igual como jugara Lángara, que fuera diestro o zurdo, alto o bajo... él simplemente las enchufaba. 110 goles después quedó demostrado que Stabile tenía razón.

"Usted compra fe" Eso deberían haberle dicho a Mouriño, Chaves y cía cuando estaban negociando con el Toto. Yo era el más Totista del mundo cuando llevaba la celeste con el 6 a la espalda. No era el más rápido, no era el más alto y ni mucho menos era el mejor, en su debut en Balaídos lo primero que hizo fue regalar un gol, pero era imposible no creer en él. Esa garra, esa entrega, ese carisma... hasta ese entrenador que ya se intuía cada vez que dirigía a sus compañeros cuando le tocaba estar en el banco.

Y llegó al banquillo de Balaídos y, como en O'Higgins, lo llenó todo con su carisma y con sus sueños. Esa ambición que marca la diferencia entre los mediocres y los campeones, en los "casi" y los "¡por fin!". Eso que no se compra, eso con lo que se nace... eso lo tiene Berizzo. Probablemente no sea el mejor, yo mismo podría dar una lista de cosas que no me convencen o que cambiaría del, pero en el fondo ¿qué más da? Es imposible no ser del Toto, en la derrota o en la victoria, llorando en Manchester o cogiendo de la pechera a un árbitro frente al Córdoba.

Hoy se va un soñador y con él una sensación que nunca había vivido en mis casi 31 años en vida, porque ni en un autobús camino a La Cartuja estuve más convencido que tocábamos metal que el verano pasado mientras miraba con una sonrisa en los labios la fecha de la final de Solna. Con el Toto todo era posible. Nunca será tarde para que este soñador y nuestro sueño se vuelvan a encontrar. Cuestión de fe.

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