¿Quién decía que Aspas no era decisivo en los derbis?


Foto: LFP
Es difícil entender porque los análisis siempre se hacen de forma tan precipitada. A Aspas, por ejemplo, lo sentenciaron como un jugador incapaz de hacer daño a su eterno rival. Todo por tres partidos en los que no le había logrado marcar ningún gol, y tampoco había visto a su equipo vencer. 

Y es curioso, porque la carrera de un futbolista son muchos más que tres temporadas, y la relación con un rival suele durar mucho más que seis o siete partidos, pero el caso que de Aspas decían que se escondía en estos partidos, que no tenía carácter para aparecer, que le pesaba  la responsabilidad. Es increíble la cantidad de cosas que se pueden leer o escuchar en una temporada. 

Lo mejor de todo esto es que el tiempo se encarga de poner a cada uno en su sitio. Y si en A Coruña se sentían muy tranquilos como el mejor antídoto para Aspas, ya se habrán dado cuenta de que ha perdido efectividad. Como los antibióticos. Suya es la responsabilidad de no tomarlos de forma adecuada. Aspas se ha adaptado, ha sobrevivido, y se ha encargado de matar al Deportivo en varias ocasiones. 

Ya en la pretemporada, en aquel amistoso en Uruguay, puso la calidad para desnivelar la contienda. Pero aquello no era suficiente, obviamente. Roncaglia, recién llegado a Vigo, confesó que se durmió mientras lo veía, y a los demás igual no les faltó mucho. Pero cuando nadie se durmió fue aquel domingo en Balaídos, con un 4-1 que resolvía la duda sobre el reinado en Galicia, y situaba a Aspas con su doblete como el verdugo de su eterno rival. 

Si aquello no era suficiente, esta tarde Aspas volvió a revolverse contra su pasado. Marcó y ganó en Riazor. Y lo celebró con los Riazor Blues. No podía ser de otra manera. 

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