Final de consolación en el Calderón


Foto: Jorge Landín/Atlántico Diario
El destino es en ocasiones muy caprichoso. Esta semana pasada se han celebrado las semifinales de Copa a las que concurrían cuatro equipos: Barcelona, Atlético de Madrid, Alavés y Celta. El Barcelona eliminó al Atlético, y el Alavés hizo lo propio con el Celta. Pues bien, el destino en forma de calendario ha querido que este fin de semana se enfrenten en Liga los ganadores de estos dos duelos, y los perdedores. 

El Barcelona derrotó ayer al Alavés por un contundente 0-6, aunque los vitorianos contaban en sus filas con muchos jugadores poco habituales. Pellegrino esconde sus cartas para la gran final. Prefiere salir goleado en un partido que se olvidará dentro de un par de semanas, y tratar de sorprender al conjunto catalán en la gran final. Es prácticamente imposible, pero sabe que es su única baza, y ha decidido jugarla. Ojalá le salga bien. 

Y esta noche, para cerrar la jornada de domingo, se enfrentan en el Vicente Calderón, la que decían que podía ser la sede de la final irónicamente, los perdedores de los duelos de semifinales. Dos equipos que llegarán a este partido buscando un hombro en el que llorar, y esperando que este encuentro sirva para olvidar lo sucedido durante la semana. En el caso del Atlético será menos dramático, ya que su juego en el Camp Nou fue bueno, y no remontar la eliminatoria por una simple cuestión de puntería. 

Nada que ver con la sensación de un Celta que no lo pareció el pasado jueves, y que tiene una pequeña crisis de identidad, que se resolverá recuperando el juego que lo ha hecho característico durante las últimas temporadas, y sobre todo cuando regresen los resultados. En todo caso, como ya comentó Berizzo en la previa, el trabajo y la senda de la victoria, hacen olvidar los fracasos pasados. Y esta especie de final de consolación en el Calderón tiene que servir para obtener el impulso necesario para afrontar con garantías lo que queda de curso. 

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