Los motivos para un Balaídos a medio llenar


Foto: Ricardo Grobas/Faro de Vigo
Ayer Balaídos volvió a registrar una imagen por debajo de lo esperado en cuanto a público. Poco más de 18.000 espectadores se dieron cita para presenciar un interesante encuentro entre el Celta, que venía de golear al Valencia en la Copa del Rey, y el Málaga, uno de los equipos con los que, probablemente, tendrá que luchar por una de las plazas que den derecho a ilusionarse con jugar en Europa el año que viene. 

La afluencia de espectadores, bastante baja teniendo en cuenta el horario y el menú que se ofrecía, nos hace reflexionar sobre el origen del divorcio entre el celtismo y el vetusto estadio de Balaídos. ¿Cuál es el motivo real para que el Celta no consiga reclutar a más seguidores en su campo?. 

Es evidente que una de ellas es el trato al abonado. Lo vemos constantemente, con las decisiones que toma el club sobre la campaña de abonados, o con las constantes subidas de precios enmascaradas por una subida del IPC que es totalmente irreal. El trato hacia el cliente en las oficinas de abonados o taquillas podría ser mejorable, y son demasiadas las polémicas que han perseguido a la última campaña de Abonados. Suficientes para que alguien tomase cartas en el asunto. 

Por otro lado están las obras, que no animan a los indecisos a acercarse a Balaídos. La escasez de aparcamiento, y el hecho de que no esté claro si se han acabado o no los trabajos de reforma de la grada de Tribuna, o en que condiciones se podrá disfrutar de dicha grada tampoco ayuda. 

Otro motivo más son los horarios, pero no por tratarse de horas a las que la gente no puede acudir a Balaídos, sino la constante variación de los mismos. El del domingo era un buen horario. Las 18:30 del domingo permiten una sobremesa lo suficientemente larga para no echarla de menos, y la hora de salida del encuentro nos sitúa a las 20:30, una hora perfecta para un domingo. 

El problema, bajo mi punto de vista, es la costumbre de ir a Balaídos. Antes, los partidos siempre eran a las cinco de la tarde de los domingos. Y eso hacía que para muchos fuese sencillo el hábito de acudir cada quince días al estadio. Una vez que los horarios se han vuelto tan cambiantes, no siempre es complicado compatibilizar la familia o las relaciones sociales con los partidos. Es evidente que para aquellos que sentimos el Celta como algo especial, los horarios no son un problema salvo casos puntuales, pero para muchos es una barrera insuperable, incluso para los que renuevan y pagan su abono religiosamente todos los años. 

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