El gato vuelve a rugir


Foto: Eugenio Álvarez/El Desmarque
 Le hacía falta un partido como el de ayer. Sergio está viviendo un arranque de temporada complicado. Durante el verano se habló mucho de la necesidad de fichar a un portero, y el debate sobre la portería estuvo a la orden del día. A todo ello se unieron dos partidos con muchas dudas, ante el Real Madrid y Atlético, donde el canterano pudo estar mejor. 

El rendimiento de Sergio en estos encuentros le puso en la picota, y a pesar de que a partir de aquellos partidos ha mejorado de forma notable, sigue estando en entredicho su capacidad para ser el portero del Celta en Primera División. Por eso el de ayer será un partido muy importante para él, porque el escenario ya no era la la máxima categoría del fútbol español, sino Europa. 

Una competición que da prestigio y que supone un escaparate para la mayoría de los jugadores que participan en ella. Ganó el Celta, y lo hizo, en gran medida, gracias a la actuación de un Sergio Álvarez que estuvo providencial en la primera mitad con dos intervenciones consecutivos ante sendos disparos de los delanteros griegos, y también en la recta final del partido, justo después del gol de Guidetti y un poco antes de la sentencia de Wass, sacando una muy buena mano que enviaba al limbo las opciones de empate de los atenienses. 

Sergio sigue sumando partidos con el primer equipo y acumulando experiencias. Ha llegado mucho más lejos de lo que muchos vaticinarían hace unos años, pero el de Catoira no es de los que se rinden fácilmente, ni acepta uno por respuesta, no solo de los demás, sino también los que muchas veces nos damos a nosotros mismos. De esos nunca ha querido saber nada, por eso ha llegado a donde otros solo pueden soñar. Incluso teniendo más potencial. El gato de Catoira no maúlla. Ruge con la fuerza de quien se aferra a un sueño, de quien no renuncia a ser lo que siempre quiso ser. 

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