No Drazic, no fiesta


Foto: Xoan Carlos Gil/La Voz de Galicia
No hace falta aclarar que el rendimiento de Drazic en su primera temporada en el Celta no ha enamorado a muchos aficionados. Se esperaba mucho más de él, tal vez por el peinado al estilo El Shaaraway, o por los vídeos de YouTube, esos que nunca acaban de contar toda la verdad de los futbolistas. 

Llegó falto de forma y le costó adaptarse más de lo habitual. Berizzo lo reconoció en varias ruedas de prensa, y eso unido a las fotos que publicaba en su Instagram fueron suficientes para colgarle el sambenito de futbolista amigo de la fiesta. Es decir, de gustarle lo mismo que a la gente de su edad. 

Los tópicos y los mitos son recursos muy sencillos  que utilizamos con excesiva alegría para encontrar sentido a las cosas que nos rodean. Si un futbolista no juega bien, o no se gana la confianza del entrenador podría pensarse sencillamente que es porque hay otros mejores que él en el equipo, pero es una tentación asociarlo a sus salidas nocturnas. 

En el caso de Drazic se une además su carácter. El mismo llevó una camiseta a la fiesta del la Europa League con el lema “No Drazic, no fiesta”, en una socarrona versión del “No Guidetti no confetti” que se popularizó en Suecia tras su victoria en la última Eurocopa Sub-21.

La realidad es que detrás de Drazic, y al margen de lo que haga en su tiempo libre, que solo debe importarle a él, el serbio era uno de los jugadores más queridos en el vestuario, incluso por el propio Berizzo, que lo destacó en el último partido de la pasada temporada en Balaídos. Es de esos futbolistas que hacen vestuario, con sus bromas y su constante buen humor. La suplencia no cambió su humor. Ahora tendrá una nueva oportunidad en Valladolid. Ojalá la aproveche. Se lo merece. 

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