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Foto: LFP |
El celtismo no eran solo los mil aficionados que esta mañana invadieron El Molinón. Ellos eran una distinguida representación del amor por unos colores. Ellos, que teñían una esquina del viejo Molinón de celeste eran la avanzadilla de una afición cada vez más orgulloso de su equipo. De sus gargantas nacían los cánticos que aquellos que no estábamos en el estadio tarareábamos en nuestro salón, en nuestro bar, o en aquel lugar en el que estuviésemos siguiendo el partido.
El celtismo es mucho más que ese millar de gargantas, son millares de gargantas que emitían sus cánticos a través de las mil gargantas que había en Gijón. La fe en unos colores, después de años duros, se ven ahora recompensandos. Lejos quedan aquellos viajes duros, a estadios pequeños. Lejos queda aquel desplazamiento a Granada hace menos de cinco años.
Muchos de los que estaban esta mañana en Gijón, estuvieron aquella noche en Granada. Muchos de los que aquel día lloraron de vuelta a Vigo, regresaron con una inmensa sonrisa este domingo. Se lo merecen. Ellos y los que se quedaron en Vigo. Más de mil gargantas celestes cantaron esta mañana. Muchas más.
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