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Jonathan Vila en el último partido del Celta en Europa: (Foto: Martin Rose // Getty Images) |
El Celta acaricia con los dedos el regreso a Europa. Podría ser en esta jornada, pero si no es mañana será el próximo fin de semana, y si no, al siguiente. El recorrido de este equipo, de este club, para volver a Europa han sido diez largos años en los que ha habido prácticamente de todo. Cosas buenas o malas.
Han sido cinco años en Segunda División, uno especialmente dramático con la permanencia como único objetivo y el descenso a la categoría de bronce como posibilidad real. Aquel fue el punto de inflexión de una entidad que acababa de entrar en concurso de acreedores y cuya superviviencia estaba más pendiente de un hilo que nunca.
El club vigués vivió durante esos largos y oscuros años en Segunda División, alguno de los peores momentos de su historia. Cierto que se evitó ese descenso que hubiese supuesto casi la desaparición, pero los años anteriores fueron para olvidar. Un equipo sin personalidad, con el objetivo del ascenso siempre muy lejos supo reconvertirse en un candidato al ascenso agarrándose a los valores de su casa.
La llegada de Eusebio y la decidida apuesta del club convirtieron al Celta en un club que cuida la cantera, y se hizo famoso el estilo del equipo, de mucho toque y ambición. Un estilo que aún se mantiene después de que pasaran por el banquillo céltico Paco Herrera, Abel Resino, Luis Enrique y Berizzo. La mayoría de ellos, especialmente los dos últimos, fueron contratados por un Celta que ya busca un perfil determinado de entrenador. Sabe lo que quiere y como llegar a alcanzarlo.
Veremos qué sucede hoy. No es obligatoria ganar para regresar a Europa, pero sería bueno hacerlo para evitar previas innecesarias. La victoria será difícil, pero nadie ha dicho que este camino vaya a ser fácil. Ni mucho menos.
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