El gigante con pies de barro


Foto: David Ramos // Getty Images
Pocas veces encajaría mejor esta descripción para definir la actuación de un futbolista. Pablo Hernández parecía un gigante en el centro del campo. El internacional chileno era claramente superior a sus rivales, casi como un adolescente jugando contra niños. Cada balón dividido era suyo, cada vez que tocaba el balón se paraba el mundo y giraba a su merced. 

Pero entonces tocaba arrancar, avanzar hacia la portería rival, y entonces los tacos le jugaban una mala pasada. El centrocampista céltico estuvo perfecto en la distribución y horrible en la elección de tacos, que le siguieron pasando factura en la segunda mitad, como si aquello no tuviese solución alguna. 

Lo cierto es que, aún siendo anecdótico, los constantes resbalones de Hernández evitaron un auténtico partidazo del de Tucumán, que incluso así realizó un buen partido y fue, probablemente, el mejor del Celta en Cornellá. Pablo Hernández sigue creciendo en cada partido, físicamente está a un nivel imponente, y tras casi dos temporadas en España ha demostrado que le ha cogido el pulso a la competición. 

Lo mejor de él está aún por venir. Su crecimiento semana a semana, partido a partido, es tan evidente que ya empieza a llamar la atención en el fútbol español, y a buen seguro que el próximo será el año de su explosión definitiva… si las botas no le vuelven a traicionar, claro.  

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