Sueña, que sí se puede


Foto: Benito Ordoñez
El Celta está más cerca que nunca en los últimos quince años de regresar a una final de la Copa del Rey. Faltan dos pasos, difíciles pero posibles, para alcanzar el gran reto de plantarse en el último partido de esta competición. El primer paso llega esta noche, cuando miles de celtistas cruzarán los dedos y centrarán sus miradas en torno a la televisión, y los más afortunados en torno a un terreno de juego. 

Es posible que ya no recordéis cuando fue la última vez en la que llegamos hasta aquí. Es posible que incluso en los malos años llegásemos a pensar que tardaríamos mucho más tiempo en vivir algo así, pero ha llegado y está aquí. Todo lo que ha hecho el Celta se esfumará con el tiempo si no logramos superar esta eliminatoria. Pocos recuerdan la semifinal del 97, aunque si el caso Bjeliça, pero nadie olvidará las finales de 1994 y 2001.

Así pues, soñemos con ello. Soñemos porque hacerlo es gratis, y porque tenemos motivos para pensar que se puede cumplir. Que nada es imposible, y que este equipo ya ha demostrado tener una enorme capacidad para hacernos feliz. Soñemos, porque sí, porque vivir el celtismo es una de las mejores experiencias que se pueden vivir, y soñemos porque incluso en la derrota el celeste brilla con luz propia. 

Esta noche, cuando termine el partido, haremos un balance realista de lo sucedido. Soñemos mientras tanto con un encuentro perfecto, con esos noventa minutos mágicos en los que los nuestros empezarán a cimentar el pase a una final. Ni más ni menos. Una final con la que soñar y con la que disfrutar. Soñemos con el Calderón, o con el Bernabéu, con las gradas teñidas de celestes, con los nuestros sobre el centro del campo, mientras suena el himno.  Sueña, que sí se puede. 

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