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| Foto: Óscar Vázquez |
Cuando el Atlético de Madrid visitó Balaídos en Liga decíamos que pocas veces un ex del Celta había regresado a Vigo tan pronto después de abandonar la disciplina céltica. No habían pasado diez días desde su despedida y ya estaba jugando enfrente con la camiseta de un rival. Habría que escudriñar en la historia para encontrar un caso semejante, y sería dudoso encontrarlo.
Por si esto fuera poco, el sorteo de Copa ha querido emparejar a Celta y Atlético de Madrid, con lo que, otros diez días después volverá el Atlético a Balaídos con muchas posibilidades de que Augusto sea titular. El ex capitán visitará a su ex equipos dos veces cuando solo han pasado veinte días de su marcha. Eso si que apunta a récord histórico.
Y lo hará en un ambiente enrarecido con su persona. No sabemos que es lo que esperaba Augusto cuando visitó Vigo por primera vez, pero ahora es evidente que ya sabe lo que pasará. Hostilidad. Lógica en cierto modo por la manera de abandonar el barco, por su condición de capitán, y por la rabia que da este fútbol moderno en el que cuenta casi todo menos el respeto y el amor a unos colores, ejemplificado en su figura, pero convertido en un mal que afecta a casi todos sus protagonistas.
El regreso de Augusto, en esta versión 2.0, será más tranquilo que el primero, es de esperar, aunque no ha pasado el tiempo suficiente para que se curen las heridas y se reconozca al gran jugador que durante tres años y medio defendió la camiseta del Celta. Para eso aún falta, por el momento prevalece, para la gran mayoría, la sensación de traición. El tiempo lo curará todo.
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