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Foto: Marta Grande |
En el segundo regreso de Augusto Fernández a Balaídos en apenas diez días, vivió otro partido incómodo por la reacción de la grada, que le pitó en casi todas sus acciones, aunque quizás menos que en el partido de hace diez días. En todo caso vivió una situación que seguramente no es agradable al ser, de nuevo, bastante mal recibido por una afición que lo idolatró durante tres años y medio, y que siempre se había mostrado agradecida con su juego y su talante.
Eso no impidió que completase un partido en su línea. Oscuro, pero tremendamente efectivo, robando balones e incomodando todo lo que puedo a la medular y delantera céltica. En todo caso, el de Pergamino, a punto estuvo de protagonizar la jugada tonta del partido y que hubiese dado para hablar mucho durante estos días.
Ya en las postrimerías del partido, un balón dividido al que a punto está de llegar Moyá, es desviado por Augusto, quien en su intento de controlar el balón casi acaba introduciendo el balón en su propia portería. Gabi, y el más estado del terreno de juego evitaron que el primero del Celta subiese al marcador. Hubiese sido casi un gol de justicia poética. El jugador que le roba el Atlético al Celta en mitad de temporada, el capitán celeste, se anota un gol en su propia portería dando una victoria a los célticos sobre la bocina. Gabi nos despertó sacando el balón.
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