![]() |
LALO R. VILLAR |
"Tiene un comportamiento ejemplar. Es el canterano a seguir. Él se reflejó en Borja Oubiña y ahora otros chicos deben reflejarse en él. Es trabajador, comprometido y humilde". Son palabras de Eduardo Berizzo el pasado 6 de agosto preguntado sobre Borja Fernández. Reconocía entonces el Toto no ser demasiado amigo de este tipo de declaraciones públicas, pero la situación lo requería. Le apeteció poner en valor la aptitud y especialmente la actitud del penúltimo producto de A Madroa, el único que parece haber estado siempre en la mente del técnico argentino como futurible del primer equipo.
Y es que desde su desembarco en Vigo, Berizzo no ha mostrado la facilidad de sus predecesores para confiar en los futbolistas de abajo. Ha gozado de dos generaciones de juveniles, la del 95 y la del 97, capaces de colarse en las rondas finales de los torneos nacionales, pero no ha sido suficiente. Chicos como Jordan, Goldar, Yelko Pino, Julio Delgado, Diego Alende o Pape Cheick no han tenido minutos más allá de los bolos veraniegos. Sólo Borja Iglesias, con una participación residual en el Sánchez Pizjuán, y Samu Araujo, en un partido de Copa en San Mamés, han disfrutado de alguna oportunidad en la élite.
Borja Fernández es la excepción. Berizzo lo hizo debutar en la jornada inaugural de la pasada campaña ante el Getafe a la espera de la llegada de un mediocentro. Apareció Radoja y el vigués regresó al ida y vuelta con el filial sin desaparecer de las cábalas del técnico. El Toto le demostró su confianza con minutos concretos en escenarios de alcurnia como San Mamés y el Camp Nou, y le entregó el mediocampo durante la Copa del Rey ante Las Palmas y Athletic. Pareció en todo momento un año de rodaje de cara a ganar protagonismo en el futuro.
Pero todo se torció para bien del Celta y desgracia del canterano. La depresión de invierno llegó y transcurrieron 10 jornadas sin conocer la victoria. Con Berizzo en la cuerda floja y Radoja mermado por su pubalgia, el cordobés se inventó a Augusto Fernández como mediocentro defensivo en su mejor decisión hasta la fecha. Esta apuesta sostuvo al Celta, pero cerró las puertas del primer equipo al único canterano que siempre llenó el ojo del entrenador. Si competir con Radoja ya era difícil, más todavía enfrentarse al de Pergamino.
Borja Fernández ha permanecido desde entonces en el filial, viviendo entre los halagos del técnico del primer equipo y la falta lógica de oportunidades en él. Ha sido el mejor de un filial que coquetea con los puestos de descenso y el miércoles, en Almería, regresó a la medular del primer equipo con una naturalidad asombrosa en el ejercicio de sus funciones. Ya es uno más. Visto el estado de forma de Wass y la ausencia del Tucu Hernández, Berizzo tiene una oportunidad única para convertir en hechos aquellas palabras que pronunció en verano. Es el momento de brindarle una oportunidad al canterano. Primero porque es necesario equilibrar el centro del campo con un futbolista de sus cualidades, capaz de no perder el sitio y poner pausa donde los Orellana, Nolito o Aspas aportan vértigo. Y segundo porque se la merece, porque es la hora y porque si no será ya muy difícil seguir sosteniendo esa idea de que el Celta y su entrenador todavía confían en su cantera.
0 comments:
Publicar un comentario