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Antes de nada, aplauso para Berizzo. Reconocimiento por abandonar la política de sus predecesores, y también la suya propia, de regalar la ida de la primera eliminatoria a la espera de una revitalizadora vuelta en Balaídos. Por primera vez desde el regreso a Primera, el Celta mostró seriedad a domicilio en su primer cruce copero. Fue tan sencillo como no echar a once suplentes sin minutos a los leones. También ayudó el no desordenarlos por el campo. Bastó con una mezcolanza de titulares poco castigados con los menos habituales en su sitio para producir un partido serio ante un rival incomodado por la competición. No exigió el Almería, bastante preocupado por lo que se le avecina el fin de semana. Pero también es cierto que los del Toto apenas vacilaron y se propusieron terminar con la eliminatoria por la vía rápida. Y así fue. Otro año el celtismo hubiera tenido que apelar al "espíritu de Juanito" en Balaídos.
El partido en sí no tuvo historia. Entre Iago Aspas y el Tucu fabricaron dos goles en media hora que allanaban el camino. En medio de esta mini crisis de juego que vive el equipo, parecen de los pocos con la luz encendida. El de Moaña ya arregló la papeleta en 10 minutos de oro ante el Sporting. Anoche hizo dos goles, o golazos, en las tres oportunidades de las que dispuso. La Copa siempre le ha gustado. Junto a él la gran evolución de esta temporada. Arrancó octubre y Pablo Hernández empezó a despegar. En noviembre fue el mejor del Celta y diciembre lo ha iniciado a buen ritmo. Quién iba a decir en septiembre que se iba a extrañar su ausencia del próximo sábado en el Benito Villamarín. Ha logrado ser trascendente en el juego y enseñar a todos lo que sólo Berizzo le veía en un principio.
Alrededor de ellos, una recopilación de chavales ansiosos de minutos. No destacó Borja Fernández, al que ya le pedimos más para destacar. Su nivel habitual está tan en sintonía con el del equipo que ya no sorprende a la vista verle en el círculo central. Es uno más, lo cual es una gran noticia. Tal y como está Wass, y ante la sanción del Tucu, Berizzo no debería despreciar la opción de situarlo en el doble pivote junto a Augusto. La opción Orellana-Wass para completar el trivote semeja demasiado arriesgada.
Madinda fue el Levy de siempre. Un chico que en lo poco que juega demuestra que no debería jugar tan poco. Que no haya contado con un mínimo de confianza con ninguno de sus entrenadores es un misterio que sólo ellos saben. Se trata de un complemento tan válido como Señé, quien no merece vivir en el ostracismo como hasta ahora. Anoche lo corroboró con unas cuantas intervenciones, fundamentalmente en la primera parte, que mostraron a un futbolista que sabe lo que hacer con una pelota en los pies. Aunque no sea Nolito. Y lo mismo con Drazic, al que se le vieron aptitudes para el demarque a la espalda y el fútbol de asociación.
En el plano negativo, esa extraña afición del Celta de pegarse tiros en el pie últimamente. El error de Cabral es el cuarto de gravedad en otros tantos partidos. Un fallo de concentración que cuesta un gol en contra, como ocurrió con Jonny ante el Valencia, con el Sergio frente al Sporting y con ambos en Riazor. El Celta no puede permitirse regalar un tanto cada partido y dar armas a rivales que hasta entonces habían sido incapaces de crear peligro. Poner el candado en defensa debe ser la gran asignatura pendiente para los próximos días.
En resumen, el partido le ha enseñado a Berizzo que hay vida más allá del césped. En el banquillo, o en la grada, hay futbolistas aprovechables. Seguramente ninguno para ser titular a corto plazo, pero sí como complemento a un buen once. Los recursos son escasos, y eso es culpa de la directiva. Pero el reducirlos a la mínima expresión ya no es responsabilidad de Praza España sino de su entrenador. Debería el Toto extraer esta lección de la Copa a la espera del próximo partido y, si no ocurre ninguna desgracia, de la próxima eliminatoria.
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