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Foto: Denis Doyle |
No hay lesión que llegue en buen momento. Cuando un futbolista se ve obligado a parar por una dolencia física nunca es buena noticia, pero en el caso de Sergi Gómez es especialmente complicado. El defensa catalán llegó al Celta el pasado año como una opción de futuro. Durante su primer año en Vigo fue claramente el suplente de una dupla que funcionaba, la que formaban Cabral y Fontàs, convertidos en pareja estable durante todo el año.
A Sergi Gómez le quedaba aprovechar aquellos encuentros en los que alguno de ellos faltaba por lesión o sanción, y también aquellos momentos en los que Berizzo decidía realizar alguna rotación para dar descanso a los teóricos titulares. Jugó incluso de lateral derecho, y nunca desentonó, pero su sitio natural era el banquillo.
Este año arrancó de forma similar, pero primero la lesión de Fontàs, y luego la sanción de tres partidos a Cabral le aupó al once inicial. Su rendimiento era tan bueno que llegó a generarse un debate acerca de sus opciones reales de ser titular, incluso cuando sus compañeros estuviesen disponibles. Tras la recaída de Fontàs, Gómez tenía asegurada la titularidad hasta final de año por lo menos.
Sin embargo, la lesión de ayer trunca una trayectoria que estaba siendo impecable. Sergi Gómez se había convertido en el central más fiable del equipo, y muchas voces pedían su titularidad. Solo cabe confiar en que las pruebas que le realicen hoy arrojen un periodo de baja lo más corto posible y poder ver pronto en el equipo al catalán. Con todos recuperados tendrá que ser Berizzo el que decida.
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