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Foto: LOF |
Iago Aspas es otro de los futbolistas que está destacando en el comienzo del presente campeonato. El moañés regresó este verano a Vigo, a cambio de 4 millones de euros, que podrían aumentar en caso de que sen algunas variables. Su regreso llenó de ilusión al celtismo, ya que Aspas no es un canterano cualquiera. Se trata del salvador en aquel partido frente al Alavés, del máximo goleador en el Celta que logró el ascenso, y del que repitió siendo clave en la permanencia del equipo al año siguiente.
En la retina quedó para siempre su regate “rompe caderas” a Colotto, y la tensión y emoción que puso en cada uno de los partidos con el Celta. No es de extrañar que su trayectoria en el Liverpool, y posteriormente en el Sevilla, fuese seguida con muchísima atención por parte de los aficionados célticos. Mouriño se prometió a sí mismo repatriar al jugador y lo hizo más pronto que tarde. Tan solo dos años después de su marcha, y por menos de la mitad de lo que pagó el Liverpool cuando dejó el Celta en 2013.
Negocio redondo, especialmente si tenemos en cuenta que llegaba a Vigo un futbolista que aportaría desde el primer momento. Encontrar un delantero de sus características, plenamente adaptado al club y a la ciudad, le convirtió en uno de los grandes fichajes de la temporada, y no hablamos solo del Celta, sino de toda la Liga. Si a eso unimos su rendimiento durante las diez primeras jornadas, coronado con los seis goles anotados, estamos ante su renacimiento como futbolista después de dos años duros y con escasos minutos.
Aspas vuelve a la primera línea de fuego. Su nombre vuelve a sonar como lo hacía hace tres temporadas cuando llevaba sobre sus hombros todo el peso de un equipo “debutante” en Primera tras cinco años lejos de la categoría que siempre le ha correspondido por historia y tradición, como dice su himno. Ese himno que tiene grabado a fuego en el corazón Iago Aspas, aquel niño que soñó con jugar en el Celta y que ha renacido esta temporada para situar al Celta en los más alto del mundo del fútbol.
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