Foto: AFP
En el vestuario celeste ha dolido la goleada del pasado sábado en Balaídos frente al Valencia. Aunque sus integrantes son conscientes de que cometieron errores importantes durante el encuentro que su rival supo aprovechar y asumen que faltó la efectividad habitual en la portería contraria, el emotivo apoyo de la afición en los últimos minutos y tras el pitido final ha sido un bálsamo inolvidable. Cuando el partido se había convertido en una tragedia, el aliento de la grada se ha quedado grabado en los oídos de los futbolistas y del cuerpo técnico. Así lo reconocieron Berizzo, Augusto Fernández y Iago Aspas en sus declaraciones. Cada uno con su estilo. Cada uno con su manera de ser.
En casi cualquier campo de España y del mundo, lo normal habría sido escuchar silbidos tras el 1-5 e incluso en un pasado no demasiado lejano de la historia céltica se habrían producido. Mientras sufría el martirio de los últimos instantes ante el conjunto ché, el equipo recibió el estímulo necesario para superar el trance y la mano que les levante para responder con un triunfo en el derbi gallego del día 21. La larga espera ha comenzado. El derbi comenzó tras el gol de Mustafi y cuando se despedían sobre el terreno de juego más de uno ya estaba pensando en recompensar el compromiso recibido. La grandeza de lo que está sucediendo esta temporada tiene mucho que ver con la comunión que une al equipo con sus aficionados. El Celta tiene una deuda pendiente. Sólo piensa en saldarla.
Twitter: @marcosblancoh
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