Aclamados en la debacle



Foto: Marta Grande


Era la primera vez que podía acudir a Balaídos esta temporada y la emoción era máxima. Comprendí perfectamente a Augusto Fernández cuando traté de aparcar el coche en las inmediaciones de Balaídos. Tras el calvario que supuso entrar a tiempo para escuchar las alineaciones, me dispuse a vibrar con este equipazo desde las primeras filas de Marcador, rodeado de buenos amigos y grandes celtistas. El partido fue vibrante, pese a la dureza con la que el Valencia castigó los errores celestes. El Celta no tuvo un gran día, pero el 1-5 parecía un exceso hasta que habló el celtismo.

Mustafi había logrado el último tanto valencianista y el Celta estaba muy tocado. Mantuvo la compostura, aunque el partido pedía a gritos un final anticipado. La incredulidad se apoderaba de la grada cuando algunos aficionados abandonaron el estadio. "¡Se van, se van los celtistas!", se escuchó en la grada. Respetable e innecesario. Entonces, la afición comenzó a hacer palmas y a cantarle a su Celta. Las voces se intensificaron y el mensaje se hizo multitud. Gente puesta en pie, enarbolando sus símbolos celtistas. A más de uno se le puso la piel de gallina.

Vicandi Garrido decretó la conclusión del encuentro, pero el público siguió animando, cantando y aplaudiendo. Llevo 20 años visitando Balaídos y jamás había vivido una situación semejante. La demostración de orgullo y pasión de la afición en el tramo final de este encuentro ha sido uno de los momentos más emocionantes que he vivido en nuestro estadio. Los aficionados valencianistas alucinaron y el suceso conmocionó las redes sociales. Este equipo nos ha emocionado, nos ha hecho feliz muchas veces esta temporada. No hablamos de resultados, hablamos de su fútbol y su entrega. Valores que jamás se discuten. Cuando las cosas se intentan pero no salen, el apoyo tampoco.



Twitter: @marcosblancoh

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