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CAMESELLE |
Aquel 30 de junio de 2001 en Sevilla, el Celta no sólo perdió una Copa del Rey. Parece como si también hubiera perdido la ilusión por disputarla. La inesperada derrota ante el Zaragoza fue un golpe duro para el celtismo, que apenas ha vuelto a disfrutar de esta hermosa competición. Desde entonces, sólo un pequeño impás en 2010, en una temporada gris, en el ecuador del triste penar por Segunda, devolvió la ilusión por la Copa. Aquella eliminatoria de cuartos de final ante el Atlético de Madrid sirvió para que el celtismo recuperase la sonrisa durante unos días, para que el Celta reviviese sus noches más mágicas. Balaídos se llenó y gracias a la Copa volvió a soñar en grande. El sueño se esfumó por culpa de Forlán, pero aquella derrota sirvió para recuperar las fuerzas y emprender de nuevo el camino a Primera. Mucha gente cree que aquellos dos partidos, con varios canteranos en el once y un fútbol de salón, fueron el primer paso de la realidad actual que vive el club.
Tras la decepción de La Cartuja, el Celta no ha vuelto a saborear la magia de la Copa. En los dos años inmediatamente posteriores a aquella final, 2002 y 2003, compartió ronda y tierra para despedirse del torneo. Castilla-León fue la tumba del equipo en dieciseisavos de final ante Salamanca y Numancia, en ambos casos a partido único. En 2004, con la soga del descenso apretando, el equipo empleó la Copa para olvidar sus penas en la Liga. Alcanzó los cuartos de final después de vencer a Pontevedra, Espanyol y Málaga, pero un 4-2 en Mendizorroza ante el Alavés (doblete de Pinilla) puso muy cuesta arriba la eliminatoria, y el 1-0 de Balaídos no fue suficiente para remontar.
Ya en Segunda y con Fernando Vázquez en busca del ascenso, la Copa se convirtió en más secundaria que nunca. Un 3-1 en el Heliodoro Rodríguez López ante el Tenerife cerró la competición para el Celta en tercera ronda. Un año más tarde, en medio de una gran temporada, sendos empates ante el Betis, 1-1 en Balaídos y 0-0 en el Villamarín, apearon a los celestes del torneo en octavos de final. La temporada siguiente, todavía con Vázquez en el banquillo, de nuevo el Alavés se interpuso en el camino de los vigueses en dieciseisavos de final.
Esa misma campaña llegaría el descenso y los cinco duros años en Segunda. Salvo en la mencionada edición de 2010, donde se alcanzaron los cuartos tras eliminar a Real Unión, Real Sociedad, Tenerife y Villarreal, el Celta no superaría los dieciseisavos. El Málaga en 2ª ronda en 2008, el Alcorcón en 3ª ronda en 2011 y en dos ocasiones el Espanyol en dieciseisavos (2009, 2012) se convirtieron en los verdugos.
Con la vuelta a Primera, las cosas no mejoraron. El Real Madrid sucumbió 2-1 en Balaídos pero remontaría por 4-0 en el Bernabeu para sentenciar al Celta en octavos de 2013. Misma película con el Athletic Club en 2014 en la ronda de dieciseisavos. Y la campaña pasada, de nuevo los bilbaínos superaron a los vigueses tras el 2-4 de Balaídos y pese al 0-2 de San Mamés.
En resumen, desde 2001 el Celta ha caído dos veces en cuartos, tres en octavos, seis en dieciseisavos y tres en rondas previas. Sólo en 2004 y 2010 se ha metido entre los ocho mejores. Si continúa la secuencia, 2016 debería ser una buena edición para el conjunto olívico. Sería una gran noticia recuperar una competición a la que tanto desde el club como desde la afición se le ha dado una importancia mínima en los últimos tiempos. Cierto que el formato actual, preparado para que los grandes equipos alcancen las rondas finales, no ayuda. No obstante, ha habido ocasiones a lo largo de estos años en los que parece haberse desechado la oportunidad de llegar más lejos en el torneo en favor de otros objetivos. La pasada campaña, sin ir más lejos. Ganar sólo gana uno, y nadie habla de exigirle al Celta estar en finales y levantar títulos. Lo que sí debería comprometerse, tanto equipo como hinchada, es a avanzar todo lo posible en un torneo precioso y cargado de ilusión que ha quedado olvidado en los últimos tiempos y del que todos guardamos algunos de los recuerdos más felices, y también tristes, de nuestra historia.
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