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Foto: Xoan Carlos Gil |
Fue justo tras la expulsión de Cabral, nos pasó a todos, pero los protagonistas deberían de ser más fríos. Sabemos que Iago Aspas no encaja precisamente en tal descripción. El futbolista moañés reaccionó con una furia desmedida a la decisión de Clos Gómez. Pudo haber sido expulsado en esa acción, y acabaría siéndolo un poco más tarde en caso de que el colegiado tuviese la conciencia tranquila.
Aspas forzó demasiado y se jugó una sanción, en el próximo partido, y tal vez en los siguientes. Finalmente tuvo la fortuna de que Clos Gómez decidió mirar para otro lado, pero fueron constantes sus rifi-rafes con jugadores del Madrid. A Ronaldo le llamó llorón con gestos, y sus piques con otros componentes del equipo blanco fueron patentes. Al final todo quedó en nada, pero estos arrebatos de furia, por más que sean comprensibles, deberían evitarse.
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